sábado, 14 de agosto de 2010

Este verano

   Este verano era aquel verano . Tu foto joven, bella y eterna en la mesa de mi despacho, tras larga ausencia,  junto a la de mi esposa e hijos, recuerdos frente a realidad, lo que es y lo que fue, lo que pudo haber sido y no fue, frente a lo que fue por lo ocurrido.  
  Hace veinte años ya. Se disponía la vida a recibirnos, nuestros respectivos títulos universitarios bajo el sobaco, figurada y sobradamente preparados, tú cum laudem, yo bien gracias. Entre sonrisas comíamos unos helados de pistacho y fresas, o eso creía ya que eran los que siempre pedías y es que más que el recuerdo del sabor lo que recordaba era lo efímero de aquel momento en el mar espeso de una vida sin tí. Sentados a la suave brisa de un platanero, viendo la gente pasar, yo embelesado miraba aquellos ojos bellos con tristeza en la mirada, te ibas para siempre y yo sin darme cuenta, enamorado, pero no suficiente para tí, todavía suspirabas por la ausencia de quien no te quiso y marchó sin apreciar lo mucho que lo amabas, pero allí estabamos "y ahora qué, Ramón", dijo lamiendo el borde de gotas de pistacho que comenzaban a deslizarse por la galleta, "no sé, yo ahora mismo estoy exhausto y hasta la semana que viene no quiero pensar más que en descansar y hacer un poco el vago, Elisa", contesté recuerdo, o más o menos fue eso lo que contesté, con el alma encogida, congelados los suspiros, rememoro aquel día como si fuera el final de otra vida que ya no existe, una vida novelada en la cual yo era coprotagonista de un drama que se avecinaba, ajeno a la vida futura que me esperaba y que con nostalgia revivía instantes detenidos en la fotografía inalterable del momento sentido, yo era ese y ahora soy este que piensa en la pérdida irremediable de una amiga que con su presencia hacía que las ganas por vivir fueran inmensas, nunca se perdió la esperanza hasta que la esperanza se despeñó huyendo hacia el mar de los imposibles, cachos de mosaico que dibujan lo que somos y, a  ratos, lo que fuimos, éste ése yo aquél ahora hace años durante, quién era en realidad y dónde estaba si es que estaba en algún lugar o era la simple prolongación de la imaginación de alguien que caprichosamente decidía nuestros devenires, ¿...?, creía ver su rubia melena encrespada danzando al suave baile de una brisa, ahora trás tantos años dudo de si realmente esa escena existió o fue un sueño, recuerdo su mano anillada en extravagantes figuras posarse de repente en mi rodilla, un estremecimiento pasajero atravesó el latir de un tiempo detenido, "eres un buen compañero de fatigas, no me gusta saturarte, pero siento que contigo me puedo expresar en confianza, siempre estás ahí mi fiel amigo", susurró mientras mordía la galleta de lo que fue un helado de fresas y pistacho, en la distancia que dan los años y de todo lo que ocurrió después, estas palabras debían de haberme hecho sentir lo suficientemente orgulloso y feliz de que una chica  de la que, en silencio amas, dijera la dichosa expresión de "mejor amigo" o era "fiel amigo", tanto daba, la punzada de desilusión martilleaba igual la anchura de mis esperanzas con ella, pero ya digo o creo que digo pues quizás ni existió aquello ni existe esto que cuento para no se quién, pero es mi realidad y yo soy su personaje mientras los hilos se mueven, en la certeza de los que siempre dudamos de toda apariencia fugaz atrapada en recuerdos adulterados por la mente, allá quedaba la belleza del tiempo vivido, beso en la mejilla por unos labios que deseaba y que no encontraban el camino de los míos que esperaban vanamente, la cabeza sobre mi hombro, la despedida momentánea que se transformó en las últimas palabras que recuerdo, "siempre te llevaré en el corazón, Ramón, siento de corazón no haberte podido amar", así lo dijo, así de perplejo me quedé, entre la desilusión y la rabia, pero todo lo malo vino después, desde el octavo piso, por la ventana el cuerpo de un espíritu libre voló, soltando las amarras con el cuerpo que impactó en un charco de sangre sobre el asfalto, un remolino de viento barrió la hojarasca de su alrededor, me contaría años después una vecina que lo vió, "fue como si algo saliera del cuerpo, era su alma", decía entre susurros mirando a un costado y otro, de los que saben que han contemplado algo sobrenatural.
  Recibí la noticia por un hermano de su madre, en el tanatorio dolor y lágrimas,abrazos mutuos que intentaban consolar la irreparable pérdida, mientras ella parecía sonreir tras aquella urna de cristal rodeada de las flores fúnebres de condolencia, nada comparable a la serena belleza de Elisa, me quedé una hora preguntándome si podía haber hecho algo más por evitar aquella locura suicida que me desgarraba, el día anterior tenía una amiga a la que amaba y en ese momento quedábame huérfano, ya nada sería igual y lo peor era que nada de lo que hasta entonces había vivido le parecería igual, sólo la memoria de momentos que en ese momento eran irreales fantasmagóricos. Salí de aquel lugar para no volver, ella se había ido y los bares fueron un refugio aquel verano gasté hasta el último ahorro en tratar de olvidar su sonrisa, los labios en mi  mejilla, la cabeza en mi hombro, un te quiero, pero como amigo, egoísta traté de olvidarte y lo conseguí.
  Hasta hoy, en que rebuscando en los viejos libros de derecho encontré el último giro del cruel destino en que mi vida se había transformado, ni cuando quise ser protagonista de ella mi pasado me abandonaba, tu carta, dirigida a mí, no tengo ni idea como hicistes que allí llegara dos días antes de tu definitiva decisión, el corazón palpitó encerrado el sentimiento, la memoria volvió a accionarse como un resorte escondido, cerré, instintivamente, la puerta del despacho, accioné el pestillo con la ayuda del índice y el pulgar de mi mano derecha mientras con la izquierda aguantaba el sobre con el contenido encerrado, "para Ramón" escrito en el anverso. Pensaba en como, pese a nuestra voluntad, el cambio siempre está presente, todo sigue un curso que se bifurca en múltiples opciones, todo puede cambiar en cualquier momento y aquella carta cambió todo veinte años después llegó tarde a su destinatario, yo, y ya Elisa no existía. Otra historia se abre al rasgar la carta, su contenido.
"Estimado Ramón
Desde la soledad de esta cuatro paredes que encierran lo que soy y lo que fuí, el rosa comienza a perder su inocente color, los desconchones blancos como medallas comparten espacio con fotos en blanco y negro y viejos poemas, apenas sujetas por chinchetas de colores, recuerdos y sentimientos de instantes que me hacen sufrir, que me hacen recordar que una vez tuve una familia y ahora somos como una mesa inútil a la que le falta una pata, parte esencial para ser considerada mesa, desde que la vida y el cancer de pulmón arrebataron de mi  alma de niña la calidez de los abrazos paternos , la vida ya no fue igual, queda inmortalizada la memoria que se agarra a la imagen de aquel bigotudo sonriente que abraza a una niñas con coletas que se cree la princesa de un cuento mientras con sus bracitos abarca la redondez de la barriga"
  Iba a ser una larga carta.

domingo, 1 de agosto de 2010

A vueltas con la muerte

  No brota la lágrima escondida tras aquellos ojos negros frios de rabia y dolor. Condolencias rutinarias ante la colmena fúnebre en el sinsentido de los vivos para con los muertos. Coronas florales, sollozos ahogados  quebrantan el silencio respetuoso por lo que hace dos días era un hombre y hoy era tan sólo un cuerpo inerte  en estado de descomposición dentro de una caja de madera. 
  Allá quedaba la importancia de lo que simplemente era la obra teatral que a cada cual escogía con un determinado papel que lo impulsaba en la vitalidad protagonista de cada uno. En la carretera que pasa junto al cementerio, historias, tristes,  habidas, de muchas vidas penando lo que, simplemente, engarza  el ser con la inexistencia posterior y anterior.
  Susurros de los vivos, palabras insonoras de los muertos. 
  Despéjase la zona, retornan los caminos pasos lentos hacia la salida de la que algunos no vuelven, quedan atrapados por cipreses haciendo guardia, erguidos, movidos por una ligera brisa que los aparta de su perpetua quietud , dueños de almas que ni siquieran existían más que en la fantasía del vacio que nos anunciaba el paso del tiempo, el tiempo que suspira, que entretiene mientras llega el límite temporal.
  Sola, esperándole Ramón a una prudente distancia, cuando todos han marchado se dirige hacia él y lo abraza, fuerte, sus manos recorren sus espaldas, lloran de felicidad culpable, fingiendo dolor, pero están alegres, apenados por la circunstancias y el escenario en el que dramatizan su escena de amor, las gafas negras ocultan el último morado de su ojo, habían pensado darle su merecido ese fin de semana, no aguantaba las palizas, no aguantaba las denuncias infructuosas, los insultos, las borracheras, órdenes de alejamiento que no se cumplían, ya no hacía falta, el muy cerdo se había despeñado con su coche por la carretera de camino a la locura. Se mató, le lloraron en su funeral y en su entierro, lágrimas falsas, ahora se besaban tímidamente como dos adolescentes, se dieron la mano y recorrieron también el camino de los cipreses, se terminó una vida para uno empezaba otra para los otros...