sábado, 29 de mayo de 2010

En los arrabales

Unos arrabales de la realidad prófuga esperan al diablo para cuando los quiera llevar a todos, alocados y vitales, entre pasiones que viven en burdeles baratos, en los suburbios ocultos de los que  Juan ibase alejando, suspiraba, mientras entregaba  el capital de su inteligencia superlativa,  su alma,   a los encorbatados intereses que parasitarían su calidad innata. La muerte siempre rondando en medio del caos y el desorden de los que nada tienen, bailes rítmicos en la calle, cuerpos desbocados al filo de la navaja y  música hipnotizante en el audio de aquel cochazo con los portones abiertos de ventanas oscurecidas, chicas en minifaldas, chicos de gorra del revés, enjoyados en cadenas de oro y anillos deslumbrantes.  El sudor lubricaba y daba brillo a esas pieles de matices diversos en el ocaso de un nuevo día al dictado de un sol que se fundía en las brumas de la noche. 
La negra talludita esperaba paciente bajo la luz intermitente, como la buena vida, de una farola,  las caricias perdidas de algun jamelgo que la quisiera besar y dormir caliente entre sus brazos. 
Juan sonreía a todos los que su mano chocaban, buscando los ojos de Juana, entretenida en un subir y bajar de sus perfectas caderas al ritmo de negros movimientos, el calor, las cervezas frescas hacían el resto. La frontera imaginaria de esas calles les permitía ser libres en la jungla de asfalto en la que habitan de la cual ellos eran sus tribus que movíanse al latir sordo de la metropolis que canibalizaba sus existencias y que de tanto en tanto permitía a uno de los suyos cruzar, en aventura de decepciones con capas de humillantes miradas, resurgiendo de esa nada que lo era todo de la cual provenían. Aquel mestizo de ojos trasparentes era su última víctima, excelencia de una familia rota, de olor a barrio, entre libros sucios y sensibilidad  desbordada en cubos de basura que nadie parecía recoger que agudizaban los sentidos de supervivencia en un entorno hostil con el débil pero que acogía al eslabón de una sociedad corrupta y sin sentimientos que expulsaba sus debilidades a la periferia en la que se encontraba. Juana lo vió, pero hacíase de rogar. Crecieron juntos, entre juegos se hicieron adolescentes, entre juegos descubrieron el placer de unir sus cuerpos medio adultos, medio infantes, sexo convertido en vicio, escape de la realidad que los rodeaba, ella también era excelente en un entorno hostil, pero era handicapda por su condición de mujer recogeplatos y ayudaatushermanos, manoseada por ínfames individuos, familiares o no, encontró su escape con él, pero él se iba, becado, al otro lado de la invisible frontera, abandonada decidió mimetizarse con el gentío del barrio en ese atardecer caluroso, rondada por miradas turbias, danzaba, mirando de reojo como Juan la esperaba sin esperar. Triste. Triste por abandonar la riqueza de esa vida, él ya había estado al otro lado mientras estudiaba y aquel paraiso de apariencias y abundancias era todo menos paraiso. La falsedad y la hipocresía era moneda común de los que todolotienen eso y el miedo a perderlo todo, vivían con todo, pero tenían sus miserias, competitivos, voraces se olvidaban de vivir la vida , la única que tendrían, ahora él formaría parte de la ciudad civilizada, pero Juana no iría con él y eso le encogía el corazón, era la mujer que más amaba, su madre muerta por suicidio causado por sobredosisdetranquilizantesmásbotelladegüisquibarato hacía un lustro. El tipo con el que bailaba se daba cuenta de esas miradas, lo observó con odio en la distancia, como león en disputa por la cópula de la leona tenía que hacerse valer, se dirigió hacia su silla, pese a las súplicas de ella, cuatro palabras malsonantes se cruzan entre una muchedumbre ávida de sangre, pero resopla la sensatez de los pocos y el ritmo de la noche se vueleve a sentir, entre mosquitos y fétidas partículas de orines provinientes de un oscuro callejón. 
Decidió marchar, pese a las sugestivas intenciones de Mariana, pese a sus tentadoras caricias y a la generosa linea de su escote que amarraba unos más que excitantes pechos.
Marchó tras su sombra, con la tristeza de Juana en los ojos, ella no marcharía del barrio, su culo sería pasto de manos machizoides, tendría que luchar con el día a día de una existencia en los arrabales...

¡POEMA!

¡Poema! hablame alto, claro
 y desliza por mis oídos el vuelco
de sentimientos que en ti
deposito en  letras desordenadas
resurgidas de mi mente
que en el lecho de tu ritmo
asientan su espíritu indómito
por mi voluntad quebrada
en quehaceres diarios inanes.
Léeme poema, hazme escuchar
ese interior ardiente de pasión
 que escondido entre brumas,
perece
ante los llantos desconsolados
eterna canción, compañera fiel
la tristeza de mi sonrisa oculta
callejón de desesperanzas vitales.

lunes, 24 de mayo de 2010

Pereza, pecado mortal

Sintiendo cómo pasaba el tiempo ocioso entre mis manos cual brisa que entra por un balcón repleto de geranios florecidos, el mono que martillea mi cerebro tras mis orejas me pide que levante mi trasero del cómodo sofá que sustenta mi pereza por teñir de acciones insulsas la existencia de segundos que corren para no ser perseguidos que, encima, se fueron riyéndose de mi abatimiento. 
El ruido de un televisor encendido penetraba en la estancia, zapping compulsivo para caras siniestras en tarde de borrachera, parlotean sin cesar imágenes amenazantes que convulsionan el pulgar de mi mano derecha, esperando silenciosamente, entre paseo y paseo por el pasillo dirección al lavabo del fondo, al fondo, a la derecha para mingir el líquido sobrante de innumerables latas rojas, ojos enrojecidos mientras lavome las manos, en el retorno con pasos arrastrados de mis descalzos pies avanzo hacia el portón de la nevera, cato despacio, entre tambaleos tronco corporales y mirada turbia con mi mano para después escoger la más fria que helará mi garganta al run run de una somnolencia apática que me atrapa en redes invisibles que cercan mi cuerpo sin apenas resistencia más que un apenas entreabrir los ojos cuando el locutor del enésimo partido de tenis eleva su voz para loar el futil esfuerzo  de otro ser humano que se gana grotescamente la vida en el mundo irreal de un juego patrocinado por las ya incontables cervezas que me he tomado, duermo, luego existo.

domingo, 16 de mayo de 2010

Vacio

Engarzando absurdas palabras que sin querer significar esconden remotos pensamientos ocultos tras  la piedra de la realidad, temen  salir, detenidas en algún recóndito escondrijo del cerebro, buscan el alma presupuesta pero inexistente, inaprehensible a los sentidos, idea salvadora ante el inevitable desenlace de lo que supone ir del nacer al morir resistiéndonos de la única forma con sentido, asiendo la mano de esa persona amada a la que al sólo mirar a los ojos, hácenos suspirar profundo, yacemos juntos en el sofá un sábado por la tarde en la soledad cotidiana que invade la naderia de lo universal, inexistencia vacia en una botella de estrellas.

sábado, 15 de mayo de 2010

Juntos hasta el fin, al menos, eso creían

...se prometieron morir juntos, allá en su juventud, cincuenta años ha, con la pasión desbordada en intensos momentos, impulsados al cielo por caricias primeras, botones de camisa descorchados, besos sobre pieles desnudas que se amaban. Se amaban. Ella hacia tiempo que no, más bien lo detestaba, lo sabían ambos, llegados a la vejez lo detestaba aun más por haberse apostado su vida a la fidelidad de una promesa y de apariencias, siempre ese mundo aparente que escondía bajo sus alfombras mil secretos inconfesables. Preparaba el veneno que los ataría a la eternidad, eternidad  incomparable a la belleza de los efímeros segundos, inasibles al control, escurridizos como granos de arena, pedazos de vida recortados en el recuerdo de lo que existió y que ahora, simplemente, tose en sus últimos estertores de aliento, gargajos purulentos de enfermedad y muerte camino a ningún lugar, ella quería vivir, sobretodo, vivir sin él, ver mundo, ver al mundo, su genética privilegiada la conservaba en forma, vital, soñadora encerrada en muros invisibles de adobe, pero el infecto personaje le recordó la promesa que se hicieron de jovenes cuando sus hábiles dedos electrizaban los rincones de placer desconocidos, remotos,  que su curvilíneo cuerpo gozaba con imparables orgasmos que la dejaron rendida, cautiva e indefensa, pero eso era antes, antes de todo lo posterior, de conocerse realmente en el infierno de una convivencia que tocaba a su final, alistó la infusión que desharía las cadenas que la ataron, unas lágrimas tontas cayeron sobre su taza recuerdo de Cazalla de la Rimplamplum, avanzó hasta la maloliente estancia, él la miró con el odio envidioso en sus ojos, ella sabía que él no haría lo mismo en la situación inversa, pero esa posibilidad era y no se podría, ya, jamás comprobar. Incómoda, una vez más, le dijo:
- Tomátelo rápido, Aurelio, es algo desagradable su sabor, en  cinco minutos estaremos ...-se pausa- muertos
- Eres una puta cerda Martina- entre resoplos y escupitajos rezumó el veneno que había desfigurado su alma
durante años, cincuenta, perpetuos e inacabables
- Yo también te quiero hermoso- se permitió el cinismo
Agarraron sus respectivas tazas, desconfiado, Aurelio esperó a que Martina se tomara la suya, soltó la taza, la vida se acababa para los dos, la muerte entraba en su cuerpo con retortijones, insuficiencia respiratoria, paro cardíaco, no morirían abrazados románticamente, pero lo harían juntos, ella no sería de otro, era de su propiedad, pensaba, y se iría con él. Fin. Dos cuerpos ancianos yacían en la habitación de un cuarto piso, la televisión de la sala encendida retransmitía un partido de fútbol. La de la guadaña se cobraba su precio. El dolor había sido breve e intenso, para él. Martina abrió los ojos tras sonreir en el suelo, su primera sonrisa en años, un rictus triste enmarcado por la bella sonrisa de una mujer que desandaría el camino. Levantóse. Abrió el armario, la maleta con lo imprescindible,, lista, el billete de avión destino al caribe, también. Renacía entre sus cenizas, encontraría el sol que iluminaría el resto de su existencia sin él. Un último vistazo antes de cerrar la puerta, el lunes llegaría la cuidadora y ya haría lo que tuviera que hacer. Bye bye.
Bajaba por el ascensor.

domingo, 9 de mayo de 2010

Antes de sufrir

Voz susurrante, acunas mi desazón
emitiendo notas mientras mi cabello
mesas entre tus uñas pintadas
cubriendo mis lágrimas con amor
el que me quiere dejar
para hacerse inmortal, dices,
callo, "no estropeemos lo conseguido
no permitas a lo perpetuo olvidar
que nos conocimos un día
compartimos cama, emociones
intensas que quiebran mi fuerza
de abandonar antes de sufrir
la decepción en tus ojos
cuando ya no me quieras
cuando mi cuerpo no motive
tus tiernas caricias, me enloqueces
cuando mi sexo penetras duro,
bien adentro, largamente,
entre música e incienso",
volví la mirada a tus senos,
exhuberantes, tomados
por mi lengua, mis dedos
humedecidos en tu entrepierna,
suspiras, gimes, enroscas mi cabeza
entre tus brazos, sacíamos
nuestros naturales instintos
durante la eternidad del tiempo
que al día siguiente resume
una trtiste nota de despedida,
yo también , siempre...

sábado, 8 de mayo de 2010

Noche de copas

Canta la noche canciones putrefactas de orín, volcada la cabeza sobre el retrete infecto vomitaba violentamente el entrecot a la pimienta de la cena, Clara le sujetaba el cabello, mientras la puerta era aporreada por impacientes usuarias del local de moda, como pudo la ayudó a levantarse una vez terminadas las convulsiones eyectiles de su diafragma, mojó su rostro con fria agua y la secó con cleenex del mercadona, en el enésimo aporreo de la puerta salieron ante las miradas asesinas de las otras usuarias del local de moda. Tambaleándose, a ratos se apoyaba sobre su hombre y como pudieron salieron ante las miradas turbias de hombres borrachos en busca de carnaza con la que saciar sus naturales instintos, Eva había flirteado con varios, no le gustaba pagarse las copas y aceptaba las invitaciones de aquellos babosos con risas fingidas y besos robados a la autoestima. Clara detestaba aquellos energúmenos, pero su amor secreto hacia su amiga le obligaba a soportar ciertos peajes. Llegaron al coche, una vez dentro Clara prendió su cigarrillo especial que le preparaba Javier, su hermano antes de salir, previo pago claro, Clara le decía él en su chiste sin gracia número un millón. Eva dormitaba, sudorosa, algo desastre, era ese instante por el que valía esperar toda la noche, era el momento en el que distraidamente la tocaba, le hacía fotos con la cámara del móvil, con las que en su cama de sabanas rosas se masturbaba placenteramente, pero esa noche algo falló en su plan, ella abrió sus ojos de repente, respingó su mano, ya introducida entre sus piernas, "¿ qué haces ?", le murmuró entre efluvios etílicos, Clara se alteró, descubierta en su lujuria, "nada", respondió intentando, en vano, disimular, "no te cortes, tonta, hace tiempo me di cuenta", dijo Eva con los ojos entrecerrados, dubitativa no quiso arriesgar hasta que sintió los labios, largamente deseados, sintió esa lengua contra la suya, se desinhibió y volvió a recolocar su mano en la humedad de una entrepierna que se entrecerraba. Muchas cosas pasaron en aquel coche en una noche de copas, pero vino el día siguiente recolocó las caricias prodigadas, Eva hizo como si nada hubiese pasado y Clara que en un irracional momento se hizo cambalaches en su mente cayó de bruces contra el duro asfalto de un amor roto, lloró, apretó los puños, puso su mejor cara y siguió adelante, hasta la siguiente noche de copas en la que de una manera u otra la historia se repitió.

domingo, 2 de mayo de 2010

Arte puro el ser madre.

Dulce momento estar en tus brazos,
mesabas el rubio cabello rebelde
que a mi frente caía, indómito,
mientras dormitaba feliz, puro.

Reflejas en tu mirada limpia
el amor materno que dirigías
con tus ojos al niño, enamorada,
disfrutando el instante de paz.

Sonríes a la inquieta cámara
que enmarca una sonrisa
para la eternidad de los sueños
de aquel bebé entretenido.

Ausente todavía el dolor
de tu alma que confundió
la pasión con el amor,
abandonada a tu suerte.

Infelicidad sumida en la copa
de la decepción mundana, 
el arte innato que de tu ser
emanaba, quebrado por lo cotidiano.

Musas que inspiraron tu juventud
aniquilados por la poda injusta
de una sociedad pretérita
desalojando sueños del alma

Ahora llora aquel niño
mientras tu foto mira,
adulto en la vida, añora
momentos indoloros.

Quedo asombrado por lo lejano
que me resulta todavía tu muerte,
inmaduro, la desgracia me sumió
en la pena desposeída de lo que más quería.

Impotente cierro la caja
que retienen recuerdos inexistentes
que aun contienen en mi pecho
el latido de un corazón materno.

Ahuyento entre sueños la mirada
de aquella foto que persigue
la carencia inane de tu inmortalidad,
arte puro el ser madre.