sábado, 15 de abril de 2023

  Vassilie Lapene, investigadora institucional 500123, pensamiento interdisciplinar compartido a través del transmisor cerebral Windows Hasta Lavista

En un momento histórico pregaláctico dícese que existieron hombres y mujeres en un mítico planeta. Llamábase Tierra. Algunos autores radicales, contemporáneos y herejes  sostienen que existió e incluso creen, a través de absurdas teorías, que todavía existe como planeta muerto y sin vida
poder probarlo,  consideradas por la racionalidad institucionalizada como meras conjeturas de personas a las que el repugnante contacto físico les provoca placer, que es el planeta origen de todo el actual sistema galáctico, (opiniones minoritarias de un sector seudocientífico, nada académico),  llamado Tierra sometieronse a un ente abstracto denominado Kapital que vehiculábase por un instrumento denominado, por los sabios de aquel tiempo, como Merkado. Los gurus sumos sacerdotes insuflaron esta nueva religión que les llevó a la autodestrucción a través de la absurda idea de que los que nada tenían eran responsables de su destino, con lo fácil que era tener dinero y gastarlo el individualismo egoísta pseudoinfantil

viernes, 1 de noviembre de 2019

Una de noes e insuficiencias

 Lo que no ocurrió no pasó, lo que no está no viene, lo que no escuchas no te duele. En la irrealidad de una existencia que se desliza por un tobogán de inanidad recubierta de ínfulas inconcretas, la verdad no existe, como nosotros al cerrar los ojos con escondidas y remotas esperanzas de verte otra vez al abrirlos.

sábado, 14 de septiembre de 2019

2.0

 Inclinada la barbilla miraba la pantalla, pasando el tiempo que ni caso me hacía, salvo miradas pasajeras que, de vez en cuando, se daban cuenta de mi existencia y de las varias más que pasaban ante la vitrina pecera del bar. Sonreí perfilando dentadura tras unos rojos labios. Un trago largo de cerveza. Inanidad.

sábado, 6 de junio de 2015

Micropensamiento

Introduzco una llave en un coche desvencijado, sin cristales ni motor, simple pertenencia inconclusa de razones diversas. Una vez dentro, la posesión inane se recompensa con el sonido de un claxón impertinente de un desequilibrio mental que transcurre entre humos disidentes de una realidad alternativa.

jueves, 9 de abril de 2015

Tiempo

 

  Se hace duro que al querer retener la arena con un puño, observar como,  poco a poco,  los granos se van escapando entre los dedos. Impotentes, los ojos, sin saber o, a lo peor, sabiendo, asisten al lento transcurrir de un  tiempo que parece ya no importar mientras Gloomy sunday suena en el ipod.

viernes, 24 de junio de 2011

esa ligera brisa



esa ligera brisa medio aplaca el calor soporífero de la tarde, entra por una ventana y acaricia su torso desnudo, tumbada de costado, en la cama, se va como vino dejando una sensación confortable en su piel, tantas veces besada, en la soledad perdida de un instante, ajena a las penas de sus días intersemanales, siente pereza, se siente completa, un espejo refleja su cuerpo, delgado, braguitas diminutas, caderas de infarto, le habían comentado entre susurros jadeantes mientras exploraban con destrezas desiguales sensaciones de éxtasis, ora complacidas por aquel juguete que vibraba sobre su sexo, sonrojadas las mejillas, el placer llegaba en oleadas placenteras, ella o él en su mente, tanto daba su fantasía en aquel momento egoísta




sábado, 28 de mayo de 2011

  Perdido en la multitud de personas que andaban ajenas a sus cavilaciones personales, pensando en lo imposible de aquel sentimiento, insistente, que roía su pecho en una repetida sensación de angustia. Pensaba en ella, en la reciprocidad de miradas perdidas que decían las palabras ocultas de un secreto, el roce de su mano casual electrizaba el vello de su piel con un mortífero placer inacabado en una sonrisa que trataba de disimular el estremecimiento que había provocado, horas de compartir espacio   en el desengaño de ojos que brillaban con pasión. La paradoja de una relación sin futuro, oportunidad ni fin. El riesgo de provocar sufrimientos a quien daño no podían hacer, no se lo habían dicho nunca pero una intuición, de esas que arrancan allá donde la razón sólo llega pasado el tiempo de las frustraciones. Los contenidos labios que besábasen húmedos en la mejilla de los saludos rutinarios, alargándose  en segundos petrificados mientras se estrechaban las manos, enlazando los dedos en el único contacto físico que se permitían, era ahí donde el secreto implícito temblaba, era ahí , en el latido mutuo, cuando comprendían que no podrían quedarse solos, que siempre tendrían que verse en compañía de otros, era la única forma en la que la contención incontinente del corazón desbocado, de la imaginación ardiente, del suspiro que se dedicaban en ratos dispersos, podía contener a la naturaleza incontrolada de ríos que desbordaban los márgenes de lo racional.
  Y se desbordaron, cinco minutos bastaron en la confusa noche, en la soledad de un intervalo irreal, se encontraron, las copas de más inhibieron el autocontrol, sus rostros a un suspiro de alientos entrecortados jadearon compulsivamente en lenguas entrecruzadas. La presionó contra la columna, ocultos en la penumbra,  sintieron las almas salir de sus cuerpos violentamente, el deseo retenido desbocado en segundos eternos y únicos, se miraron a los ojos y la realidad volvió a distanciar las manos que no querían, pero no podían, volvieron a la tierra desde aquel terreno desconocido, desde ese abismo de sensaciones desatadas que arrancaban con dolor un amor desesperado y confirmado.
  Se necesitaban y la necesitaba, pero tenían que vivir con aquello que sentían y que les arrastró, aún deleitándose mientras tomaba el café del día siguiente, en el inevitable transcurso del tiempo lineal que todo lo envolvía y del que sólo los recuerdos pervivirían atravesando fronteras imaginarias.