domingo, 5 de septiembre de 2010

Salida nocturna 1

   

  
  Salida nocturna. Toda regia, ella, enfundada en un short corto negro y una blusita negra con topitos blancos punteados , una obertura sexy en el escote que parecía querer enseñar sin mostrar, lo suficiente como para desviar las miradas indiscretas. Sábado por la noche, una hora antes de salir, maquillaje, laca, perfume, unos zapatos de tacón alto o de plataforma, uñas color negro a juego con el ondulado negro de su cabello. Un marido tirado en el sofá, bebiendo cervezas y viendo mil naderias en el televisor de la sala eructa mientras le  pregunta si está bonita, sin apenas mirarla, le contesta que sí, que siempre lo está para él mientras botonea el mando a distancia tembloroso, ella lo mira, resignada, lo ama sin remedio, tanto como para dejar que su desconsideración no le afecte, ella sabe que es recíproco aunque lo demuestra ocasionalmente, cada menos, pero cuando saca su encanto con aquellos ojos que la enamoran siéntese la mujer más feliz sobre la faz de la tierra, lamás de las veces era un recuerdo de si mismo, de lo que era, de su enorme riqueza interior que no dejaba fluir hacia el exterior, adornaba sus palabras, sus gestos en sus mejores momentos lo transformaban en un ser imaginativo, algo extraño, algo lunático, pero divertido y sonriente, pero cada vez lucía menos su estrella, alejado del firmamento de lo que una vez fueron sus sueños, aquellos sueños hundidos en elpaso implacable de los años. "Marcho, volveré pronto, un besito", dijo ella sonriente, era diferente, necesitaba salir, airear su persona, tomar algo pese a las carencias de la famosa crisis, unas cervezas, un poco de música, alguna conversación banal sin pretensiones, aunque ese tipo de aventuras con cualquier excusa la decepcionaran, estaba en su naturaleza el intentar interrelacionarse con otros seres humanos,  más allá de las asfixiantes paredes del piso de setenta metros cuadrados más balcón. 
  Allí quedó solo, miró con tristeza el cerrar de la puerta, hubiera querido acompañarla, pero algo en el poso de su vagancia hacia que no logrará romper aquel bucle tedioso en el que su vida carecía de sentido más allá de aquellos ojos bellos que lo miraban con amor, con un sentimiento que traspasaba la sudorosa camiseta, lo hacían anclarse a la existencia insulsa de aquella vida que una vez imaginó y que la realidad convirtió en un barbudo indolente sentado en un sofá bebiendo cerveza y eructando mientras el amor de su vida le solicita, con humildad, si está bonita. Tragó y le hubiera gustado llevarse unas lágrimas a los ojos pero no pudo ya no  se acordaba, ya no quería acordarse.


 

sábado, 4 de septiembre de 2010

Don Culpable Quéhicistes

... y yo  me empantano en inercias, tendidos entre copas espumosas, efluvios, besos, pecado en mi piel
suspiro entre caderas extrañas,
que las tuyas no son, amor, otra, y aunque esto te lo cuente en secreto, esta historia
no conoceras, pues, a veces, la realidad de un instante vital perturba la felicidad 
  de años                     encontrados, por eso y
aunque las golpeé con placer, aquellas nalgas, en el goce oculto
de una pasión desenfrenada                                           con el auspicio de unas gotas, en la semipenumbra de un cuarto desconocido,
                          jugueteando con el morbo en cancha ajena,
libidinosas, que resbalan sudorosas encontrando mi boca, abarco la aureola oscura de aquellos pezones, horas atrás desconocidos, con la mirada perdida en un escote que me perdió, mientras, esto, ocurre 
entre
           sabanas satinadas de color rojo y olor perfumado de incienso de la estancia que se pierde entre sonidos de música oriental, pausas entre vueltas y revolcones, mi cabeza aferra
este recuerdo de lo que pasando va

la entrepierna late con dureza, enclaustrada en unos pantalones ajustados, uñas francesas pintadas de  deseo arañan mi piel, buscan, pacientes, los cierres que invocan el misterio de los que en horas ya antiguas no conocíanse de nada y en horas presentes conocían lo suficiente como para que sus lenguas se entrecruzaran en labios contra labios, voy
arremetiendo con movimientos
cuidadosamente rebuscados, ella  me responde con suspiros y una expresión entre angelical y traviesa de un rostro extrañamente hermoso, música de laud en algún lugar, olor perfumando los sentidos, absortos por el placer de dos cuerpos que se responden mutuamente las preguntas que sus bocas no quieren hacerse, que mi boca no quiere hacer, la culpabilidad con su sentimiento vendría después cuando la luz del alba me despertó abrazado a su cintura, pero hoy, en aquel momento, ya no era ayer, el encanto de la noche rompió su hechizo con aquel insolente sol que dañaba mis ojos resacosos, dormía plácida aquella belleza que me encontré en una noche de copas, la satisfacción mutua lustró de suavidad nuestras epidermis,
                      los temblores del climax desbordaron
pasiones con las que soñar, 
lentamente                me vestí,
lentemante                 me marché,
lentamente                  regresé a tus brazos, confundido, y la mentira brotó de mis labios impuros, la ducha y el colchón de siempre salvaron
las explicaciones inexplicables, la ternura de tus palabras, martilleaban a Don Culpable Quehicistes, pero la vida siguió y de aquello sólo quedan tecleadas unas letras en el infinito.