sábado, 25 de diciembre de 2010

Preso de la Nochebuena

  Preso de la Nochebuena, cae el cuchillo sobre su cuello que desangra un año maravilloso, mimado y engordado con sabroso pienso, corral propio en el que pavonear el moco ignorante que parece cubrir su pico.   Desplumado sin piedad, la vida cesó, para alimentar a otra especie, su destino, sus sueños por envejecer y buscar una pava, quemados en lo que fue, pellejo rostido  a fuego lento en el horno, olores deliciosos flotaban en aquella cocina de hambrientos comensales que empezaban a descorchar los vinos con los que acompañarían a los mordiscos sobre su jugosa carne, rellenos agridulces en texturas contrapuestas.
  Quedaron los huesos como testigos de lo que una vez fue un pavo, las risas sobrevolaron la sobremesa en loanzas por lo rico que había estado la comida en honor del nacimiento de aquél que, supuestamente, fue sacrificado como él por los pecados de otros hombres, yacía la no vida de aquel pavo que nunca pensó morir en un día tan bonito como ese, en estómagos varios , iniciando el proceso digestivo que acabaría en hez.
  Los dientes de los perros dieron cuenta de los restos.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Dolares en la mesilla



Pellizco tu mejilla enternecida en una sonrisa,
 acaricio el cabello azabache
que por tu hombro cae,  en ondulaciones
traviesas, coges la mano amante
en el resplandor de una vela danzante,
suena Olga Román suave por los altavoces
que rodean el momento de los devaneos
del querer y esperar lo anhelado,


un temblor interior contiene un volcán
por estallar, un intenso cosquilleo
barre de escalofríos el desnudo cuello
por el que deslizas la delicadeza
de una lengua roja que estremece
esa parte de mí, que, con mano 
desvergonzada, acaricias, devuelvo
mis suspiros reclinando mi cabeza
por la obertura de un escote
que contiene dos rosas apuntando
directamente a mi boca, en forma 
de pezones erizados al calor 
de unas copas de vino que cayeron
vacías en la intensidad del momento,
perdidos en un erotismo insatisfecho
inventas palabras soeces que excitan
la mente del que ve en la dulzura
de tu cara la contradicción excitante,


es cuando la fusión de nuestros cuerpos
explosiona 
en orgasmos retenidos,
en jadeos entrecortados, 
en miradas cómplices
de traicioneros amantes, mensuales
sus mentiras, escondidas las pasiones
en aquel hotel de carretera, mañana
seremos nosotros mas hoy todavía
nos quedan horas por repetir 
amor de un día, descubierta en la noche,


la silueta sobre la que gozan mis instintos,
te poseo físicamente, pero mi alma
pertenece a esas horas 
con las que desquitas
las rutinas insatisfechas 
del hombre al que amas,
de la familia a la que adoras,
del trabajo en el que luces
ese talento innato que devoro
en tu entrepierna húmeda,
pegajosa, 


en estas horas impacientes
en las que necesitas mis besos
pierdo el mundo asfixiante 
en el que desespero los minutos 
del reencuentro fugaz y cuando
exhaustos caemos abrazados
la agonía de tu marcha, vistiéndote
deprisa, prometiéndote  temblorosa
que aquello no volverá a suceder,
en tu espalda que se va sin decir
adiós, dejas desnudo a éste
que se vende por unos dolares
que dejas en la mesilla al salir.

pensamiento solitario




En la desnudez de un pensamiento solitario, en un lado de la sala suena música de amores y desamores, la tortilla de patatas en su justo jugo, una copa de vino oreada por movimientos de muñeca repetidos en un ritual mecánico y recogido , como cuando tú estabas, en aquellas noches que enfriaban la ciudad que nos era ajena, arropados estábamos 
 bajo una manta,  silencios cómplices,
el olor del incienso me devuelve 
el recuerdo de tu mano acariciando la  mía
entrelazadas jugaban a enamorarse,
pero evaporada tu  esencia queda el inicio
de una borrachera sin sentido,
allá donde estés, estate tranquila
pues yo me dormiré y el despertador irritante
me devolverá a un nuevo día de  sinsabores varios.

sábado, 4 de diciembre de 2010

En el recuerdo de un momento

...y así fue como pasó, tal como les conté o creía que  les contaba aquello que en algún momento pudo suceder y que no sucedió, tal vez, pero imaginé que la cosa enredada de lo percibido no era acorde a la graduación etílica del instante nublado por un recuerdo difuso del acontecimiento efímero. 
  Una impotencia eréctil masturba mi mente mientras en líneas dispongo lo que  ni con un diptongo  puedo, incapaz de pensar en la idea que turbaba tal pensamiento de idioteces y absurdos revenidos como queso florecido, aun así recuerdo algo, recuerdo aquel pozo asentado a la sombra de un olivo, de agua fresca y cristalina, extraída por un cubo sujeto a una larga cuerda sita en una polea, veranos calurosos de sol inclemente, las chicharras cantan en el silencio de la siesta entre la tímida arboleda que lleva al canal de riego, otra vez el agua, en circulación, transportada a donde no la había y era necesaria, campos de girasoles de los que se extraían pipas  que comíamos mientras dejábamos que el atardecer de un nuevo día firmara el ocaso que es nuestra vida, sin darnos apenas cuenta de que el tiempo que transcurrió en nuestra memoria sucedió realmente, lo vivimos sin apenas darnos cuenta en aquella infancia tan remota,  
... y  ya, en la foto de aquellos recuerdos, empiezan a faltar personajes que existieron y que sin darnos cuenta, por el transcurso inclemente del tiempo, se llevan nuestra vida  con sus ausencias fúnebres, como el canal de riego se llevaba el agua llegando al presente siniestro fotografiando con nuestros ojos el sentimiento de instantes que en un futuro dejaran la pose postrera de lo que una vez sucedió y tal vez no existió, o tal vez, en el consuelo desconsolado, queda retenido en un bucle espacio temporal del que ya jamás saldrá, pero no nos daremos cuenta hasta que ya sea demasiado tarde.
...pero aquí estaba mi yo, acompañado por el dulce abrazo que baja por mi pecho, unos labios se posan, en infinitos besos de placer, por mi cuello, manos acariciando mi torso desnudo en una tarde de verano, por la ventana observo el pozo de mi niñez con el olivo de mi infancia, no hay nadie, cantan las chicharras, la nostalgia por el pasado, por el tiempo transcurrido, plácido en aquellos atardeceres de estío cordobés, sólo ella me acompaña, me excita con pequeños mordiscos en el lóbulo de la oreja, reclama de mí el sexo placentero de aquel que ya no es un niño ¿o sí?, los dedos dejan de teclear, la atención se desplaza con la vista a su desnudo cuerpo, los pezones duros se alzan  enhiestos a la altura de mis labios, un ínfimo tanga despierta el deseo oculto, endurecido en latir de un corazón enamorado, la tarde encontró su dispersión, los cuerpos se funden, sudorosos, en suspiros quedos y palabras obscenas que nos acaban excitando aun más, despacio, ritmos lentos en el contornear de las pierna chocando entre sí, recreándonos en nuestras pieles ajadas, como si no nos conociéramos, como si de la primera vez se tratara pese a los años transcurridos, pese al torrente de recuerdos que casi empañaron los ojos de este viejo jubilado con su vieja compañera de siempre.
  Como la vez primera.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Nadie sin ti pero a pesar de todo buscando la existencia inane del placer corporal en otros puertos a los que amarrar la cuerda de la mía pasión,  por aquello que se oculta entre las curvas de las mujeres y  que en el contornear de mis manos endurece el ánimo palpitando en un latir obscuro que delata mi debilidad, busco y encuentro lo que contigo ya tengo y entretengo el tiempo entregando mi lealtad a tí, en esos ojos que llorarían si supieran lo que hago pero que hacen lo contrario que la honestidad personal pide, engaño, luego existo.

sábado, 13 de noviembre de 2010

PARA QUE LES VOY A CONTAR



... y a pesar de la locura que embargaba la lucidez de mis actos defendí mi opinión sobre el mundo a través de la elocuencia y  a través de unos movimientos, excesivamente gesticulantes, con las palmas de las manos haciendo eses hacia arriba en una explicación con palabras que volaban de mi boca, entre vocalizaciones altisonantes y puntos de saliva que escapaban, delatores de una verborrea etílica, hacia ningún lugar incómodo, (espero), encegado como estaba en aquella mesa de viejos amigos que , improvisadamente, por obra de la mano creadora del destino incierto se encontraron en la cola de un cine y que, casualmente, sentaronse en butacas contiguas, hablando así de incómodos de cosas futiles,  con las palabras costumbristas con las que se intentaba pasar el trago entre las palomitas y la película salvadora, silencios espesos que recuerdan en los ojos de los viejos camaradas lo que fuimos alguna vez y ahora ya no eramos, penetrados por el sistema social, emparejados con nuestros peajes vitales de obligaciones laborales y créditos por pagar, tanto valen los económicos como los emocionales, viejos traumas con nuevos desequilibrios en el día a día de la existencia cotidiana sin sentido ni rumbo definido, salvo el hoyo donde los restos despojados de vida se convierten en la nada insignificante  de lo que fueron, olvidados en las centurias de años venideros.
...y entonces descubrí, oculta tras la carta de las tapas, a la sonrojada pareja mía  , mirada perdida ante la guerra perdida que implicaba su existencia a través de mi, adorable?, ingenio, la resistencia del amor puesta a prueba una vez más, puntadas de pies en petición de auxilio, bajo la mesa, ante las parrafadas evocadoras de tiempos pretéritos, mejores?, que alcanzaban a darme, por equivocación?, cogiendo la escurridiza mano de Eva, en un dado momento, para reafirmar la posesión de la que disfrutaba, ante lo que, mi primera persona del singular, creía miradas de Jaime a la belleza incólume de mi compañera de contactos carnales, cada vez menos, o sea mi pareja, (¿o fue?), y justo cuando todos creían haber salvado el trago amargo del compromiso, una ronda de copas más reunió los sentimientos retenidos a la formalidad correcta que en aquella mesa aleatoriamente dispuesta por la mano invisible del disponedor de tramas humanas se dejaba llevar por un ocioso espectáculo de histeria y vergüenza ajena al que era transportado por la nube etílica de la vanidad.
...y la cosa esta de la velada terminó, a mi profundo pesar, en el momento en que mi cuerpo, en un desliz imprevisto, (mano invisible que mueve sillas),  aunque previsible dado el estado embotado de mis neuronas, cayó cuan patético era con mi dignidad tirada por los suelos, el karma irremediable que había guiado mi vida hasta las colillas aserrinadas de aquel local castigaba a la parte inconsistente de la persona que no era y trataba de ser, aprovechando la oportunidad marcharon raudos los acompañantes improvisados del pasado que en el presente huían hacia sus perfectas y correctas vidas de buenos ciudadanos, quedando el orgullo herido en la locuacidad etílica con la que había defendido mi utópica visión sobre las cosas en un viernes por la noche de no sé que local.
...y allí aserrinado y despeinado, despedido del mundo y por el mundo, a solas con mi única verdad, con las evas de mi vida: la que sufría en parte pero me amaba en el todo, acompañando mi cruel derrota en los pasos zigzagueantes que nos llevaban a casa, besos húmedos que me cubrieron mientras desvestían la humanidad encerrada en decepciones que a su lado no eran tales y que tal mujer me fuera a querer para que les voy a contar como decía aquel cantante recién descubierto, un tal Joaquín Sabanas o algo así, perdonen mi estado pero me estoy durmiendo...

sábado, 30 de octubre de 2010

- - ( NADA )...- - ( SILENCIO )

...y allí con el puño clavado en la húmeda tierra bajo la cual yacía la inexistencia, de rodillas, 
con lágrimas enrabietadas  por la injusticia de aquel dolor inhumano clavado 
en el corazón negro de la desesperanza, una piedra con tu nombre escrito enloquecía mi razón,
te fuistes para siempre a ningún lugar, los gusanos alimentarían la tierra con tu putrefacción,
solo, bastardo de mí que en horas perdidas no compartí mi tiempo con la que ya no lo tiene, mi mente
cabalga en recuerdos, luto en las neuronas que reunen el sentimiento con el pensamiento transformándolo 
en pasión, asustado por el destino mis ojos no podrán verte, 
en mi incredulidad por el vacio con el que se recrea la parca en su dulce angustia, traspasado por tormentos que no dejan que ese puño clavado en la tierra te acompañe con mi cuerpo, la nada acompaña al que deja de respirar, el que un día fue, en nada se convierte, dejando todo tras de sí, dejándome a mí, así como yo dejaré a los pocos que me quieran, que en los errores de una vida caben demasiados rencores, demasiadas dudas hacia lo que de verdad importa, (¿o acaso algo importa?),
pero ya nada me importa en tu nada, te fuistes toda, y el silencio de mis sollozos me acompaña en toda mi soledad,
envuelto en un día gris, con llovizna y brisas, mesome con la mano los mojados cabellos que cubren mi frente, una mano embarrada, un suspiro roto que se desliza por mi corazón hasta el alma ausente, unos pasos de pies que se hunden, las campanas que repican tu marcha martillean un último lamento, me voy y nunca más volveré,
en vida.

sábado, 9 de octubre de 2010

Eran dos



Un tiempo incesante
retuerce los renglones escritos
en el dolor pectoral de un latido, 
oculto, secreto,
es una angustia vital 
que repica como gotas de lluvia 
golpeando contra el cristal,
sus ojos indiferentes, gélidos
al sufrimiento de no dejarse llevar
por caricias que anhelan rozar 
su piel desnuda 
que duerme asustada de sí misma
por la erección firme del momento,
por una mano que acaricia su seno,
deseo que baja en forma de sudor
tras la nuca erizada de su excitación,
le cubre, despacio, con besos mimosos
que deposita sobre el hombro desnudo
de la espalda arqueada y 
la respiración jadeante, lo desconocido
se abre paso entre los dos
amantes amigos, disfrutando
de un sexo prohibido
mientras la pudorosa sociedad
duerme ensimismada en frías
hipocresías de tiempos oscuros.



domingo, 5 de septiembre de 2010

Salida nocturna 1

   

  
  Salida nocturna. Toda regia, ella, enfundada en un short corto negro y una blusita negra con topitos blancos punteados , una obertura sexy en el escote que parecía querer enseñar sin mostrar, lo suficiente como para desviar las miradas indiscretas. Sábado por la noche, una hora antes de salir, maquillaje, laca, perfume, unos zapatos de tacón alto o de plataforma, uñas color negro a juego con el ondulado negro de su cabello. Un marido tirado en el sofá, bebiendo cervezas y viendo mil naderias en el televisor de la sala eructa mientras le  pregunta si está bonita, sin apenas mirarla, le contesta que sí, que siempre lo está para él mientras botonea el mando a distancia tembloroso, ella lo mira, resignada, lo ama sin remedio, tanto como para dejar que su desconsideración no le afecte, ella sabe que es recíproco aunque lo demuestra ocasionalmente, cada menos, pero cuando saca su encanto con aquellos ojos que la enamoran siéntese la mujer más feliz sobre la faz de la tierra, lamás de las veces era un recuerdo de si mismo, de lo que era, de su enorme riqueza interior que no dejaba fluir hacia el exterior, adornaba sus palabras, sus gestos en sus mejores momentos lo transformaban en un ser imaginativo, algo extraño, algo lunático, pero divertido y sonriente, pero cada vez lucía menos su estrella, alejado del firmamento de lo que una vez fueron sus sueños, aquellos sueños hundidos en elpaso implacable de los años. "Marcho, volveré pronto, un besito", dijo ella sonriente, era diferente, necesitaba salir, airear su persona, tomar algo pese a las carencias de la famosa crisis, unas cervezas, un poco de música, alguna conversación banal sin pretensiones, aunque ese tipo de aventuras con cualquier excusa la decepcionaran, estaba en su naturaleza el intentar interrelacionarse con otros seres humanos,  más allá de las asfixiantes paredes del piso de setenta metros cuadrados más balcón. 
  Allí quedó solo, miró con tristeza el cerrar de la puerta, hubiera querido acompañarla, pero algo en el poso de su vagancia hacia que no logrará romper aquel bucle tedioso en el que su vida carecía de sentido más allá de aquellos ojos bellos que lo miraban con amor, con un sentimiento que traspasaba la sudorosa camiseta, lo hacían anclarse a la existencia insulsa de aquella vida que una vez imaginó y que la realidad convirtió en un barbudo indolente sentado en un sofá bebiendo cerveza y eructando mientras el amor de su vida le solicita, con humildad, si está bonita. Tragó y le hubiera gustado llevarse unas lágrimas a los ojos pero no pudo ya no  se acordaba, ya no quería acordarse.


 

sábado, 4 de septiembre de 2010

Don Culpable Quéhicistes

... y yo  me empantano en inercias, tendidos entre copas espumosas, efluvios, besos, pecado en mi piel
suspiro entre caderas extrañas,
que las tuyas no son, amor, otra, y aunque esto te lo cuente en secreto, esta historia
no conoceras, pues, a veces, la realidad de un instante vital perturba la felicidad 
  de años                     encontrados, por eso y
aunque las golpeé con placer, aquellas nalgas, en el goce oculto
de una pasión desenfrenada                                           con el auspicio de unas gotas, en la semipenumbra de un cuarto desconocido,
                          jugueteando con el morbo en cancha ajena,
libidinosas, que resbalan sudorosas encontrando mi boca, abarco la aureola oscura de aquellos pezones, horas atrás desconocidos, con la mirada perdida en un escote que me perdió, mientras, esto, ocurre 
entre
           sabanas satinadas de color rojo y olor perfumado de incienso de la estancia que se pierde entre sonidos de música oriental, pausas entre vueltas y revolcones, mi cabeza aferra
este recuerdo de lo que pasando va

la entrepierna late con dureza, enclaustrada en unos pantalones ajustados, uñas francesas pintadas de  deseo arañan mi piel, buscan, pacientes, los cierres que invocan el misterio de los que en horas ya antiguas no conocíanse de nada y en horas presentes conocían lo suficiente como para que sus lenguas se entrecruzaran en labios contra labios, voy
arremetiendo con movimientos
cuidadosamente rebuscados, ella  me responde con suspiros y una expresión entre angelical y traviesa de un rostro extrañamente hermoso, música de laud en algún lugar, olor perfumando los sentidos, absortos por el placer de dos cuerpos que se responden mutuamente las preguntas que sus bocas no quieren hacerse, que mi boca no quiere hacer, la culpabilidad con su sentimiento vendría después cuando la luz del alba me despertó abrazado a su cintura, pero hoy, en aquel momento, ya no era ayer, el encanto de la noche rompió su hechizo con aquel insolente sol que dañaba mis ojos resacosos, dormía plácida aquella belleza que me encontré en una noche de copas, la satisfacción mutua lustró de suavidad nuestras epidermis,
                      los temblores del climax desbordaron
pasiones con las que soñar, 
lentamente                me vestí,
lentemante                 me marché,
lentamente                  regresé a tus brazos, confundido, y la mentira brotó de mis labios impuros, la ducha y el colchón de siempre salvaron
las explicaciones inexplicables, la ternura de tus palabras, martilleaban a Don Culpable Quehicistes, pero la vida siguió y de aquello sólo quedan tecleadas unas letras en el infinito.

sábado, 14 de agosto de 2010

Este verano

   Este verano era aquel verano . Tu foto joven, bella y eterna en la mesa de mi despacho, tras larga ausencia,  junto a la de mi esposa e hijos, recuerdos frente a realidad, lo que es y lo que fue, lo que pudo haber sido y no fue, frente a lo que fue por lo ocurrido.  
  Hace veinte años ya. Se disponía la vida a recibirnos, nuestros respectivos títulos universitarios bajo el sobaco, figurada y sobradamente preparados, tú cum laudem, yo bien gracias. Entre sonrisas comíamos unos helados de pistacho y fresas, o eso creía ya que eran los que siempre pedías y es que más que el recuerdo del sabor lo que recordaba era lo efímero de aquel momento en el mar espeso de una vida sin tí. Sentados a la suave brisa de un platanero, viendo la gente pasar, yo embelesado miraba aquellos ojos bellos con tristeza en la mirada, te ibas para siempre y yo sin darme cuenta, enamorado, pero no suficiente para tí, todavía suspirabas por la ausencia de quien no te quiso y marchó sin apreciar lo mucho que lo amabas, pero allí estabamos "y ahora qué, Ramón", dijo lamiendo el borde de gotas de pistacho que comenzaban a deslizarse por la galleta, "no sé, yo ahora mismo estoy exhausto y hasta la semana que viene no quiero pensar más que en descansar y hacer un poco el vago, Elisa", contesté recuerdo, o más o menos fue eso lo que contesté, con el alma encogida, congelados los suspiros, rememoro aquel día como si fuera el final de otra vida que ya no existe, una vida novelada en la cual yo era coprotagonista de un drama que se avecinaba, ajeno a la vida futura que me esperaba y que con nostalgia revivía instantes detenidos en la fotografía inalterable del momento sentido, yo era ese y ahora soy este que piensa en la pérdida irremediable de una amiga que con su presencia hacía que las ganas por vivir fueran inmensas, nunca se perdió la esperanza hasta que la esperanza se despeñó huyendo hacia el mar de los imposibles, cachos de mosaico que dibujan lo que somos y, a  ratos, lo que fuimos, éste ése yo aquél ahora hace años durante, quién era en realidad y dónde estaba si es que estaba en algún lugar o era la simple prolongación de la imaginación de alguien que caprichosamente decidía nuestros devenires, ¿...?, creía ver su rubia melena encrespada danzando al suave baile de una brisa, ahora trás tantos años dudo de si realmente esa escena existió o fue un sueño, recuerdo su mano anillada en extravagantes figuras posarse de repente en mi rodilla, un estremecimiento pasajero atravesó el latir de un tiempo detenido, "eres un buen compañero de fatigas, no me gusta saturarte, pero siento que contigo me puedo expresar en confianza, siempre estás ahí mi fiel amigo", susurró mientras mordía la galleta de lo que fue un helado de fresas y pistacho, en la distancia que dan los años y de todo lo que ocurrió después, estas palabras debían de haberme hecho sentir lo suficientemente orgulloso y feliz de que una chica  de la que, en silencio amas, dijera la dichosa expresión de "mejor amigo" o era "fiel amigo", tanto daba, la punzada de desilusión martilleaba igual la anchura de mis esperanzas con ella, pero ya digo o creo que digo pues quizás ni existió aquello ni existe esto que cuento para no se quién, pero es mi realidad y yo soy su personaje mientras los hilos se mueven, en la certeza de los que siempre dudamos de toda apariencia fugaz atrapada en recuerdos adulterados por la mente, allá quedaba la belleza del tiempo vivido, beso en la mejilla por unos labios que deseaba y que no encontraban el camino de los míos que esperaban vanamente, la cabeza sobre mi hombro, la despedida momentánea que se transformó en las últimas palabras que recuerdo, "siempre te llevaré en el corazón, Ramón, siento de corazón no haberte podido amar", así lo dijo, así de perplejo me quedé, entre la desilusión y la rabia, pero todo lo malo vino después, desde el octavo piso, por la ventana el cuerpo de un espíritu libre voló, soltando las amarras con el cuerpo que impactó en un charco de sangre sobre el asfalto, un remolino de viento barrió la hojarasca de su alrededor, me contaría años después una vecina que lo vió, "fue como si algo saliera del cuerpo, era su alma", decía entre susurros mirando a un costado y otro, de los que saben que han contemplado algo sobrenatural.
  Recibí la noticia por un hermano de su madre, en el tanatorio dolor y lágrimas,abrazos mutuos que intentaban consolar la irreparable pérdida, mientras ella parecía sonreir tras aquella urna de cristal rodeada de las flores fúnebres de condolencia, nada comparable a la serena belleza de Elisa, me quedé una hora preguntándome si podía haber hecho algo más por evitar aquella locura suicida que me desgarraba, el día anterior tenía una amiga a la que amaba y en ese momento quedábame huérfano, ya nada sería igual y lo peor era que nada de lo que hasta entonces había vivido le parecería igual, sólo la memoria de momentos que en ese momento eran irreales fantasmagóricos. Salí de aquel lugar para no volver, ella se había ido y los bares fueron un refugio aquel verano gasté hasta el último ahorro en tratar de olvidar su sonrisa, los labios en mi  mejilla, la cabeza en mi hombro, un te quiero, pero como amigo, egoísta traté de olvidarte y lo conseguí.
  Hasta hoy, en que rebuscando en los viejos libros de derecho encontré el último giro del cruel destino en que mi vida se había transformado, ni cuando quise ser protagonista de ella mi pasado me abandonaba, tu carta, dirigida a mí, no tengo ni idea como hicistes que allí llegara dos días antes de tu definitiva decisión, el corazón palpitó encerrado el sentimiento, la memoria volvió a accionarse como un resorte escondido, cerré, instintivamente, la puerta del despacho, accioné el pestillo con la ayuda del índice y el pulgar de mi mano derecha mientras con la izquierda aguantaba el sobre con el contenido encerrado, "para Ramón" escrito en el anverso. Pensaba en como, pese a nuestra voluntad, el cambio siempre está presente, todo sigue un curso que se bifurca en múltiples opciones, todo puede cambiar en cualquier momento y aquella carta cambió todo veinte años después llegó tarde a su destinatario, yo, y ya Elisa no existía. Otra historia se abre al rasgar la carta, su contenido.
"Estimado Ramón
Desde la soledad de esta cuatro paredes que encierran lo que soy y lo que fuí, el rosa comienza a perder su inocente color, los desconchones blancos como medallas comparten espacio con fotos en blanco y negro y viejos poemas, apenas sujetas por chinchetas de colores, recuerdos y sentimientos de instantes que me hacen sufrir, que me hacen recordar que una vez tuve una familia y ahora somos como una mesa inútil a la que le falta una pata, parte esencial para ser considerada mesa, desde que la vida y el cancer de pulmón arrebataron de mi  alma de niña la calidez de los abrazos paternos , la vida ya no fue igual, queda inmortalizada la memoria que se agarra a la imagen de aquel bigotudo sonriente que abraza a una niñas con coletas que se cree la princesa de un cuento mientras con sus bracitos abarca la redondez de la barriga"
  Iba a ser una larga carta.

domingo, 1 de agosto de 2010

A vueltas con la muerte

  No brota la lágrima escondida tras aquellos ojos negros frios de rabia y dolor. Condolencias rutinarias ante la colmena fúnebre en el sinsentido de los vivos para con los muertos. Coronas florales, sollozos ahogados  quebrantan el silencio respetuoso por lo que hace dos días era un hombre y hoy era tan sólo un cuerpo inerte  en estado de descomposición dentro de una caja de madera. 
  Allá quedaba la importancia de lo que simplemente era la obra teatral que a cada cual escogía con un determinado papel que lo impulsaba en la vitalidad protagonista de cada uno. En la carretera que pasa junto al cementerio, historias, tristes,  habidas, de muchas vidas penando lo que, simplemente, engarza  el ser con la inexistencia posterior y anterior.
  Susurros de los vivos, palabras insonoras de los muertos. 
  Despéjase la zona, retornan los caminos pasos lentos hacia la salida de la que algunos no vuelven, quedan atrapados por cipreses haciendo guardia, erguidos, movidos por una ligera brisa que los aparta de su perpetua quietud , dueños de almas que ni siquieran existían más que en la fantasía del vacio que nos anunciaba el paso del tiempo, el tiempo que suspira, que entretiene mientras llega el límite temporal.
  Sola, esperándole Ramón a una prudente distancia, cuando todos han marchado se dirige hacia él y lo abraza, fuerte, sus manos recorren sus espaldas, lloran de felicidad culpable, fingiendo dolor, pero están alegres, apenados por la circunstancias y el escenario en el que dramatizan su escena de amor, las gafas negras ocultan el último morado de su ojo, habían pensado darle su merecido ese fin de semana, no aguantaba las palizas, no aguantaba las denuncias infructuosas, los insultos, las borracheras, órdenes de alejamiento que no se cumplían, ya no hacía falta, el muy cerdo se había despeñado con su coche por la carretera de camino a la locura. Se mató, le lloraron en su funeral y en su entierro, lágrimas falsas, ahora se besaban tímidamente como dos adolescentes, se dieron la mano y recorrieron también el camino de los cipreses, se terminó una vida para uno empezaba otra para los otros...

martes, 27 de julio de 2010

La bicicleta

 En plena subida por la cuesta que antaño llevábame a mi casa , ora también, salióse con estrépito la cadena de la bicicleta, un trastazo casi me doy, mas el apoyo de un pie con su respectiva zapatilla del cuarenta y cuatro sálvame de caer a sus pies. Ella pasa, me ve y  la veo, la observo de costado, de frente me mira, con cara de querer sonreir, pero se aguanta, oso decirle algo, pero en el último instante el celeste intimidador de sus pupilas retrotrae mi vergüenza hacia el piñón de la rueda con aquel amasijo salido colgando cual chorizos enlazados en una charcuteria,( la de la Pepa, los más buenos y picantes), desmonto,  deposito la mochila en un costado, miro el pequeño contratiempo que me ha ido a cruzar con ella, Alicia, lleva unas bolsas de la compra, sobresalen las cebollas y la barra de pan, cubren su regazo, entrelazadas están sus manos, impidiendo la mejor contemplación de aquellas piernas liberadas por el pantalón corto que le llegaban justo al contorno de unas caderas, tan deseadas y cercanas, tan lejanas en realidad, era la novia de mi amigo Paco,  un "quieres que te ayude" de repente, dice, las cuerdas vocales se resecan de golpe, turbado traga saliva Agustin, el de la bicicleta con la cadena colgando cual chorizos enlazados en una charcuteria, (bla, rebla), con un "no hace falta, un poco de vuelta por aquí, unos dedos ennegrecidos por allá y plim plam plum, ça y est, como diría mi tio de Francia", digo yo,  o eso debí decir, "veinte años hace de aquello Gabriella, de esa conversación surgieron otras y con el tiempo nos gustamos, ella dejo a Paco, yo dejé de tener un amigo, la distancia, el olvido hizo el resto, pero para que quieres saber nada, la amo todavía, pero entre tus piernas encuentro el consuelo por la chispa perdida, dáme un beso tonta, me quedan quince minutos para irme".

sábado, 10 de julio de 2010

Soy un ciudadano, no un ente absatracto

Refulge aquel objeto brillante en la nocturnidad asesina con la que golpeaba el rostro de aquella mole de carne que minutos antes lo había aporreado sin compasión como si de un muñeco se tratara, sólo el oportuno resbalón con una piel de platano había podido otorgarle la ocasión de escapar, pero un odio profundo e instintivo le había dado las fuerza de coger aquella barra de hierro contundente y brillante para  con toda la furia contenida en meses de huída hacia ningún lugar, perseguido, escondido, humillado, la sangre de la justicia salpicara su rostro, el cuerpo del ente ya no respiraba pero él seguía atizando, hasta que extenuado en un ahogo entrecortado se dió por satisfecho, tiró la barra cerca del contenedor maloliente de basura: "adios señor banco, soy un ciudadano, no un ente abstracto, tengo más derecho a existir", le dijo, mientras con pasos trastabillados se alejaba del lugar que iba a ser su tumba y que se convirtió en su venganza. La ciudad devoró todo rastro de su paso por aquel lugar y el anonimato fue su mejor refugio.

sábado, 26 de junio de 2010

La duda eterna del bar de la esquina

Callado, en un rincón cutre de bar oliente a frituras harinadas de chocos y demás subespecies que pululaban por la mugrienta barra del bar de Gabriel que impertérrito leía el Marca con unas gafas con lentes culo de vaso, miraba el silencioso por los cristales limpiados alguna vez, pero no ese día, seguro, suspira quedamente, el corazón dividido le atormenta, tres cervezas después el panorama no mejora, pero se siente más relajado, llega más parroquia, seres de otro mundo con los que compartir aquel espacio aislado en el casco antiguo de no importa que ciudad. 
Dos ascensores, resumían el guión tantas veces trillado en mil historias, pero que ahora relataba la existencia vacua de un funcionario sin más función que la de cobrar y ocupar el banquillo hasta que el poder se recuperara y volviera a disponer de las prebendas añoradas, pues eso, uno le transportaba a la confortable vida de la rutina diaria, otro le sumía en la emoción de lo prohibido, en escapadas furtivas a moteles baratos entre caricias pecadoras que le hacían sentirse culpable ante los ojos limpios de la que nada sospechaba, hasta ayer, tras el escarceo rutinario de sexo previsible que conducía al confortable orgasmo semanal, lo dijo sin rodeos, "estás con otra", sorprendido negó la mayor, le dijo lo tonta que era, la abrazó y pensó, perturbado, en lo bien que se le daba mentir cuando la situación lo requería, en esas se quedaron dormidos, amanecieron en domingo, tostadas en la mesa y café, mucho café, eso era ayer hoy era el mañana del ayer pasado entre las noticias dominicales y las carreras de motos, un erupto le sustrae del ensimismamiento, "qué guarro eres cabrón", le inquería Gabriel mientras el cabrón se pasaba por el forro del escroto la grosería mientras escupía el hueso de una oliva al suelo del todo -cabe aquí -puerco, la verdad es que lo conocía, pero hacía años que no conversaba, desde una vez que le pidió hacerle un examen de lengua, sujeto verbo complemento, allá en los ya remotos tiempos de instituto que parecían no acabar nunca pero de los que la distancia en años habían transcurrido como el suspiro que dió mientras pensaba en las caderas en movimiento de la Mari.

jueves, 24 de junio de 2010

¡ OH PALABRA !

 ¡ OH PALABRA !

Traviesa escurres tu significado
entre líneas que te buscan
pero que aún, no te han encontrado
apareces y desapareces, en ocasiones, 
entre sueños
que mecen a la turbia mente
mientras la parca aguarda la rendición
de los quienes como yo,
el despoeta,
amamos de corazón, sigues eludiendo
irresponsable, tu aparición aletrada
en sílabas susurrantes y deslizantes
por dedos que recorren el negro teclado
resbuscando el enlace único de tu inmortalidad
entre tristes mortales
que sólo esperamos, ansiosos,
tu aparición ante nuestros ojos,
¡oh palabra! escapa de mi cabeza
que egoísta te retiene
prisionera, ¡sal al mundo!,
emborrona a la blanca hoja 
esa que espera
esa que anhela
con sentida emoción
tu belleza,
¡oh palabra buscada, 
qué belleza sin igual
cuando ante mí apareces!

sábado, 19 de junio de 2010

Desolado paisaje

Invadió la existencia atormentada de aquella relación, una brisa trasformándose en tornado, en la mesa con la mano apoyando un mentón tembloroso miraba al vacío del precipicio con los ojos enjuagados en lágrimas emergentes, directamente desde un corazón roto, se deslizó un dedo por debajo de las gafas en un vano intento por retener el dolor punzante que secábale la garganta y congestionábale de mocos la nariz. Solo y ebrio. Las diez de la mañana de un día cualquiera. Llevaba tres días sin acudir al trabajo, el suelo del salón invadido por múltiples latas rojas, cuando se acabaron comenzó con las botellas de vino, largamente coleccionadas en su afición enológica y engullidas por su pena sin cata previa. Desolación. Restos de pizza en la mesa. Cajas medio cerradas, cajas medio abiertas, rayos de sol a través de una ventana. La batalla perdida, el adiós seco de su voz: "necesito encontrarme, veinte años a tu lado han sido maravillosos, pero sólo he vivido a través de tí, me enamorastes siendo apenas una adolescente de catorce años y ahora soy una mujer que quiere nuevas experiencias, quizás me equivoque, eres un buen hombre y te he amado como no amaré a nadie más, pero en estos últimos años siento que ese sentimiento se me ha ido apagando poco a poco, no, no te arrodilles, por favor, no te humilles ante lo que no tiene remedio, no hagas que la última imagen que tenga de tí sea la de un hombre humillado, sé fuerte, vive tu también, te deseo lo mejor..." había dicho antes de que las palabras fueran turbadas por la pasión con la que se despedía, no tenía nada que reprocharle, reconocía que tenía razón en todo, pero no admitía que lo hubiera abandonado, no se lo había visto venir y ahora estaba borracho viendo programas de teletienda con jugosas ofertas de productos fantásticos y entre efluvios cerveceros creía recordar que había comprado una alargador de pene que le llegaría en el plazo de una semana, absurdo complejo varonil, como si con un pene más grande la hubiera podido retener, lejos de perspectivas, con los años pesando como losas, se toca el enmarañado cabello mientras el móvil suena por enésima vez, alguien preocupándose por él, pero ninguna llamada de ella, al principio de lo que fue el final iba corriendo para ver su nombre en la pantallita y tras múltiples decepciones y palabras inconexas a los que lamentaban su situación dando consejos que ni ellos mismos seguirían si estuvieran ante la misma situación, porque dar consejos es muy fácil, él mismo los dió en alguna ocasión, sintiéndose por encima del bien y del mal mostrándose por encima de las miserias humanas dominadas siempre por pasiones arrancadas a nuestros instintos básicos, con futiles esfuerzos intentamos elevarnos por encima de los hombres de las cavernas pero en nuestro ADN siguen habiendo rastros de neardental que a la evolución costará mucho de eliminar. Suena y suena la dulce melodía escogida por ella en su día, tantas cosas le recordaban a ella que con su ausencia hizo más grande la grieta por la que despeñaba ilusiones que hasta hacía poco eran el motor de sus madrugones, todo relativo, existencia lineal, estudios-novia-trabajo-boda-piso-perro-otro piso mejor diez años después en pleno boom inmobiliario-muerte del perro-no hijos por un tren de vida imposible y egoísta-kamasutra de posturas en la cama-abandono de la mujer veinte años después-desesperación, desorientación y depresión en un salón desordenado, todo ello relativizado por el dolor experimentado esos días, cómo le hubiera gustado tener la compañía de su fiel Willy. Sacó fuerzas, intentó entre tambaleos llegar a la ducha, decidió , a pesar de todo lo que era nada, esa nada que ahora lo era todo, seguir adelante, tres días de duelo no devolverían a Eva a la calidez de sus brazos, emigraría de aquella vida, decidió transformar la tristeza en energía vital con la que guiar sus pasos, abrió el agua,  templada al principio, helada después y tras un minuto entre jadeos y temblores expulsó su mal olor, sonreía antes de resbalar y desnucar su vida entre sangre y agua, allí estuvo pudriéndose tres días hasta que sus padres lo fueron a visitar y su madre desmayóse ante la cruel escena de su Javier muerto y  desnudo.

jueves, 10 de junio de 2010

Algo para contar

La historia perfecta en el entresueño se cruza, visitándome en las brumas de unas caricias suaves, aparecen un marasmo de letras apretujadas como en una bolsa de plástico escapando por un hueco que existía a la orilla de unos labios perfectamente maquillados, turgentes y gruesos, de mujer, rojo pasión,  regiro mi cuerpo envuelto en el sudor de la sábana que cubre mis delirios oníricos, van de una en una en fila,  colocándose ordenadas en una gran hoja blanca, saltan por encima de mi cabeza que es revoloteada por negros pajaros de objetos que brillan como el oro en sus picos, a manotazos, en vano, intento espantarlos pero se ríen de mi patetismo futil, entre plumas la veo: una sucesión de palabras que armoniosamente conformaban frases, oraciones, párrafos, era un deleite perderse entre sus líneas, aunque veía su forma no lograba aprehender su significado, el contenido se me escurría entre el sopor y el despertador sonando a las seis, lástima parecía una bella historia , algo para contar que no fueran aquellos molestos pájaros, levantome, orino, me lavo manos y cara, agarro el cepillo de dientes, froto con fuerza el sarro de la noche, me enjuago la boca escupo el agua, ¡clonc!, oigo que cae un objeto en la pica, un metal brillante y reluciente, vagamente recordado entre sueños...

sábado, 29 de mayo de 2010

En los arrabales

Unos arrabales de la realidad prófuga esperan al diablo para cuando los quiera llevar a todos, alocados y vitales, entre pasiones que viven en burdeles baratos, en los suburbios ocultos de los que  Juan ibase alejando, suspiraba, mientras entregaba  el capital de su inteligencia superlativa,  su alma,   a los encorbatados intereses que parasitarían su calidad innata. La muerte siempre rondando en medio del caos y el desorden de los que nada tienen, bailes rítmicos en la calle, cuerpos desbocados al filo de la navaja y  música hipnotizante en el audio de aquel cochazo con los portones abiertos de ventanas oscurecidas, chicas en minifaldas, chicos de gorra del revés, enjoyados en cadenas de oro y anillos deslumbrantes.  El sudor lubricaba y daba brillo a esas pieles de matices diversos en el ocaso de un nuevo día al dictado de un sol que se fundía en las brumas de la noche. 
La negra talludita esperaba paciente bajo la luz intermitente, como la buena vida, de una farola,  las caricias perdidas de algun jamelgo que la quisiera besar y dormir caliente entre sus brazos. 
Juan sonreía a todos los que su mano chocaban, buscando los ojos de Juana, entretenida en un subir y bajar de sus perfectas caderas al ritmo de negros movimientos, el calor, las cervezas frescas hacían el resto. La frontera imaginaria de esas calles les permitía ser libres en la jungla de asfalto en la que habitan de la cual ellos eran sus tribus que movíanse al latir sordo de la metropolis que canibalizaba sus existencias y que de tanto en tanto permitía a uno de los suyos cruzar, en aventura de decepciones con capas de humillantes miradas, resurgiendo de esa nada que lo era todo de la cual provenían. Aquel mestizo de ojos trasparentes era su última víctima, excelencia de una familia rota, de olor a barrio, entre libros sucios y sensibilidad  desbordada en cubos de basura que nadie parecía recoger que agudizaban los sentidos de supervivencia en un entorno hostil con el débil pero que acogía al eslabón de una sociedad corrupta y sin sentimientos que expulsaba sus debilidades a la periferia en la que se encontraba. Juana lo vió, pero hacíase de rogar. Crecieron juntos, entre juegos se hicieron adolescentes, entre juegos descubrieron el placer de unir sus cuerpos medio adultos, medio infantes, sexo convertido en vicio, escape de la realidad que los rodeaba, ella también era excelente en un entorno hostil, pero era handicapda por su condición de mujer recogeplatos y ayudaatushermanos, manoseada por ínfames individuos, familiares o no, encontró su escape con él, pero él se iba, becado, al otro lado de la invisible frontera, abandonada decidió mimetizarse con el gentío del barrio en ese atardecer caluroso, rondada por miradas turbias, danzaba, mirando de reojo como Juan la esperaba sin esperar. Triste. Triste por abandonar la riqueza de esa vida, él ya había estado al otro lado mientras estudiaba y aquel paraiso de apariencias y abundancias era todo menos paraiso. La falsedad y la hipocresía era moneda común de los que todolotienen eso y el miedo a perderlo todo, vivían con todo, pero tenían sus miserias, competitivos, voraces se olvidaban de vivir la vida , la única que tendrían, ahora él formaría parte de la ciudad civilizada, pero Juana no iría con él y eso le encogía el corazón, era la mujer que más amaba, su madre muerta por suicidio causado por sobredosisdetranquilizantesmásbotelladegüisquibarato hacía un lustro. El tipo con el que bailaba se daba cuenta de esas miradas, lo observó con odio en la distancia, como león en disputa por la cópula de la leona tenía que hacerse valer, se dirigió hacia su silla, pese a las súplicas de ella, cuatro palabras malsonantes se cruzan entre una muchedumbre ávida de sangre, pero resopla la sensatez de los pocos y el ritmo de la noche se vueleve a sentir, entre mosquitos y fétidas partículas de orines provinientes de un oscuro callejón. 
Decidió marchar, pese a las sugestivas intenciones de Mariana, pese a sus tentadoras caricias y a la generosa linea de su escote que amarraba unos más que excitantes pechos.
Marchó tras su sombra, con la tristeza de Juana en los ojos, ella no marcharía del barrio, su culo sería pasto de manos machizoides, tendría que luchar con el día a día de una existencia en los arrabales...

¡POEMA!

¡Poema! hablame alto, claro
 y desliza por mis oídos el vuelco
de sentimientos que en ti
deposito en  letras desordenadas
resurgidas de mi mente
que en el lecho de tu ritmo
asientan su espíritu indómito
por mi voluntad quebrada
en quehaceres diarios inanes.
Léeme poema, hazme escuchar
ese interior ardiente de pasión
 que escondido entre brumas,
perece
ante los llantos desconsolados
eterna canción, compañera fiel
la tristeza de mi sonrisa oculta
callejón de desesperanzas vitales.

lunes, 24 de mayo de 2010

Pereza, pecado mortal

Sintiendo cómo pasaba el tiempo ocioso entre mis manos cual brisa que entra por un balcón repleto de geranios florecidos, el mono que martillea mi cerebro tras mis orejas me pide que levante mi trasero del cómodo sofá que sustenta mi pereza por teñir de acciones insulsas la existencia de segundos que corren para no ser perseguidos que, encima, se fueron riyéndose de mi abatimiento. 
El ruido de un televisor encendido penetraba en la estancia, zapping compulsivo para caras siniestras en tarde de borrachera, parlotean sin cesar imágenes amenazantes que convulsionan el pulgar de mi mano derecha, esperando silenciosamente, entre paseo y paseo por el pasillo dirección al lavabo del fondo, al fondo, a la derecha para mingir el líquido sobrante de innumerables latas rojas, ojos enrojecidos mientras lavome las manos, en el retorno con pasos arrastrados de mis descalzos pies avanzo hacia el portón de la nevera, cato despacio, entre tambaleos tronco corporales y mirada turbia con mi mano para después escoger la más fria que helará mi garganta al run run de una somnolencia apática que me atrapa en redes invisibles que cercan mi cuerpo sin apenas resistencia más que un apenas entreabrir los ojos cuando el locutor del enésimo partido de tenis eleva su voz para loar el futil esfuerzo  de otro ser humano que se gana grotescamente la vida en el mundo irreal de un juego patrocinado por las ya incontables cervezas que me he tomado, duermo, luego existo.

domingo, 16 de mayo de 2010

Vacio

Engarzando absurdas palabras que sin querer significar esconden remotos pensamientos ocultos tras  la piedra de la realidad, temen  salir, detenidas en algún recóndito escondrijo del cerebro, buscan el alma presupuesta pero inexistente, inaprehensible a los sentidos, idea salvadora ante el inevitable desenlace de lo que supone ir del nacer al morir resistiéndonos de la única forma con sentido, asiendo la mano de esa persona amada a la que al sólo mirar a los ojos, hácenos suspirar profundo, yacemos juntos en el sofá un sábado por la tarde en la soledad cotidiana que invade la naderia de lo universal, inexistencia vacia en una botella de estrellas.

sábado, 15 de mayo de 2010

Juntos hasta el fin, al menos, eso creían

...se prometieron morir juntos, allá en su juventud, cincuenta años ha, con la pasión desbordada en intensos momentos, impulsados al cielo por caricias primeras, botones de camisa descorchados, besos sobre pieles desnudas que se amaban. Se amaban. Ella hacia tiempo que no, más bien lo detestaba, lo sabían ambos, llegados a la vejez lo detestaba aun más por haberse apostado su vida a la fidelidad de una promesa y de apariencias, siempre ese mundo aparente que escondía bajo sus alfombras mil secretos inconfesables. Preparaba el veneno que los ataría a la eternidad, eternidad  incomparable a la belleza de los efímeros segundos, inasibles al control, escurridizos como granos de arena, pedazos de vida recortados en el recuerdo de lo que existió y que ahora, simplemente, tose en sus últimos estertores de aliento, gargajos purulentos de enfermedad y muerte camino a ningún lugar, ella quería vivir, sobretodo, vivir sin él, ver mundo, ver al mundo, su genética privilegiada la conservaba en forma, vital, soñadora encerrada en muros invisibles de adobe, pero el infecto personaje le recordó la promesa que se hicieron de jovenes cuando sus hábiles dedos electrizaban los rincones de placer desconocidos, remotos,  que su curvilíneo cuerpo gozaba con imparables orgasmos que la dejaron rendida, cautiva e indefensa, pero eso era antes, antes de todo lo posterior, de conocerse realmente en el infierno de una convivencia que tocaba a su final, alistó la infusión que desharía las cadenas que la ataron, unas lágrimas tontas cayeron sobre su taza recuerdo de Cazalla de la Rimplamplum, avanzó hasta la maloliente estancia, él la miró con el odio envidioso en sus ojos, ella sabía que él no haría lo mismo en la situación inversa, pero esa posibilidad era y no se podría, ya, jamás comprobar. Incómoda, una vez más, le dijo:
- Tomátelo rápido, Aurelio, es algo desagradable su sabor, en  cinco minutos estaremos ...-se pausa- muertos
- Eres una puta cerda Martina- entre resoplos y escupitajos rezumó el veneno que había desfigurado su alma
durante años, cincuenta, perpetuos e inacabables
- Yo también te quiero hermoso- se permitió el cinismo
Agarraron sus respectivas tazas, desconfiado, Aurelio esperó a que Martina se tomara la suya, soltó la taza, la vida se acababa para los dos, la muerte entraba en su cuerpo con retortijones, insuficiencia respiratoria, paro cardíaco, no morirían abrazados románticamente, pero lo harían juntos, ella no sería de otro, era de su propiedad, pensaba, y se iría con él. Fin. Dos cuerpos ancianos yacían en la habitación de un cuarto piso, la televisión de la sala encendida retransmitía un partido de fútbol. La de la guadaña se cobraba su precio. El dolor había sido breve e intenso, para él. Martina abrió los ojos tras sonreir en el suelo, su primera sonrisa en años, un rictus triste enmarcado por la bella sonrisa de una mujer que desandaría el camino. Levantóse. Abrió el armario, la maleta con lo imprescindible,, lista, el billete de avión destino al caribe, también. Renacía entre sus cenizas, encontraría el sol que iluminaría el resto de su existencia sin él. Un último vistazo antes de cerrar la puerta, el lunes llegaría la cuidadora y ya haría lo que tuviera que hacer. Bye bye.
Bajaba por el ascensor.

domingo, 9 de mayo de 2010

Antes de sufrir

Voz susurrante, acunas mi desazón
emitiendo notas mientras mi cabello
mesas entre tus uñas pintadas
cubriendo mis lágrimas con amor
el que me quiere dejar
para hacerse inmortal, dices,
callo, "no estropeemos lo conseguido
no permitas a lo perpetuo olvidar
que nos conocimos un día
compartimos cama, emociones
intensas que quiebran mi fuerza
de abandonar antes de sufrir
la decepción en tus ojos
cuando ya no me quieras
cuando mi cuerpo no motive
tus tiernas caricias, me enloqueces
cuando mi sexo penetras duro,
bien adentro, largamente,
entre música e incienso",
volví la mirada a tus senos,
exhuberantes, tomados
por mi lengua, mis dedos
humedecidos en tu entrepierna,
suspiras, gimes, enroscas mi cabeza
entre tus brazos, sacíamos
nuestros naturales instintos
durante la eternidad del tiempo
que al día siguiente resume
una trtiste nota de despedida,
yo también , siempre...

sábado, 8 de mayo de 2010

Noche de copas

Canta la noche canciones putrefactas de orín, volcada la cabeza sobre el retrete infecto vomitaba violentamente el entrecot a la pimienta de la cena, Clara le sujetaba el cabello, mientras la puerta era aporreada por impacientes usuarias del local de moda, como pudo la ayudó a levantarse una vez terminadas las convulsiones eyectiles de su diafragma, mojó su rostro con fria agua y la secó con cleenex del mercadona, en el enésimo aporreo de la puerta salieron ante las miradas asesinas de las otras usuarias del local de moda. Tambaleándose, a ratos se apoyaba sobre su hombre y como pudieron salieron ante las miradas turbias de hombres borrachos en busca de carnaza con la que saciar sus naturales instintos, Eva había flirteado con varios, no le gustaba pagarse las copas y aceptaba las invitaciones de aquellos babosos con risas fingidas y besos robados a la autoestima. Clara detestaba aquellos energúmenos, pero su amor secreto hacia su amiga le obligaba a soportar ciertos peajes. Llegaron al coche, una vez dentro Clara prendió su cigarrillo especial que le preparaba Javier, su hermano antes de salir, previo pago claro, Clara le decía él en su chiste sin gracia número un millón. Eva dormitaba, sudorosa, algo desastre, era ese instante por el que valía esperar toda la noche, era el momento en el que distraidamente la tocaba, le hacía fotos con la cámara del móvil, con las que en su cama de sabanas rosas se masturbaba placenteramente, pero esa noche algo falló en su plan, ella abrió sus ojos de repente, respingó su mano, ya introducida entre sus piernas, "¿ qué haces ?", le murmuró entre efluvios etílicos, Clara se alteró, descubierta en su lujuria, "nada", respondió intentando, en vano, disimular, "no te cortes, tonta, hace tiempo me di cuenta", dijo Eva con los ojos entrecerrados, dubitativa no quiso arriesgar hasta que sintió los labios, largamente deseados, sintió esa lengua contra la suya, se desinhibió y volvió a recolocar su mano en la humedad de una entrepierna que se entrecerraba. Muchas cosas pasaron en aquel coche en una noche de copas, pero vino el día siguiente recolocó las caricias prodigadas, Eva hizo como si nada hubiese pasado y Clara que en un irracional momento se hizo cambalaches en su mente cayó de bruces contra el duro asfalto de un amor roto, lloró, apretó los puños, puso su mejor cara y siguió adelante, hasta la siguiente noche de copas en la que de una manera u otra la historia se repitió.

domingo, 2 de mayo de 2010

Arte puro el ser madre.

Dulce momento estar en tus brazos,
mesabas el rubio cabello rebelde
que a mi frente caía, indómito,
mientras dormitaba feliz, puro.

Reflejas en tu mirada limpia
el amor materno que dirigías
con tus ojos al niño, enamorada,
disfrutando el instante de paz.

Sonríes a la inquieta cámara
que enmarca una sonrisa
para la eternidad de los sueños
de aquel bebé entretenido.

Ausente todavía el dolor
de tu alma que confundió
la pasión con el amor,
abandonada a tu suerte.

Infelicidad sumida en la copa
de la decepción mundana, 
el arte innato que de tu ser
emanaba, quebrado por lo cotidiano.

Musas que inspiraron tu juventud
aniquilados por la poda injusta
de una sociedad pretérita
desalojando sueños del alma

Ahora llora aquel niño
mientras tu foto mira,
adulto en la vida, añora
momentos indoloros.

Quedo asombrado por lo lejano
que me resulta todavía tu muerte,
inmaduro, la desgracia me sumió
en la pena desposeída de lo que más quería.

Impotente cierro la caja
que retienen recuerdos inexistentes
que aun contienen en mi pecho
el latido de un corazón materno.

Ahuyento entre sueños la mirada
de aquella foto que persigue
la carencia inane de tu inmortalidad,
arte puro el ser madre.

miércoles, 21 de abril de 2010

Un simple pensamiento de miercoles por la noche



Encerrado en la historia mundana del vivir, sintiendo 
la angustia por la que se deslizan últimos momentos 
de juventud, remuevo, 
la cucharilla del café, con un suave tintineo, cierro los ojos mientras suspiro recordando, tratando de no olvidar, a toda aquella gente a la que amé,
sin arrepentimientos,
con sentimiento,
sigo amando a la vida, 
a los amigos, a todo aquel que aporta un rayo de luz
a esta existencia sombría y gris.




















sábado, 10 de abril de 2010

Primera vez

 La sonrisa de tu cara, niña, ¿aún recuerdas?, nos amanecían, dulces, los días, conversando, ibamos riyéndonos, traviesos, eramos jovencitos, descubríamos asombrados, todavía infantiles en nuestros cuartos, las mariposas que sobrevolaban nuestros estómagos, fue  durante una batalla de almohadas. Excitación pura, primeriza, sensación extraña, entre juegos caímos uno encima del otro, no importa quién, mis recuerdos me engañan, sí me acuerdo de tu respiración entrecortada, casi violenta, de como tu rostro lució una expresión  dulcemente erótica que desconocía en ti, hasta entonces. Un impulso, se acercaron mis labios a los tuyos. Besos, torpemente primero, hasta que nuestras lenguas rojas, las de Bequer, se entrelazaron entre ellas, placer, erizamiento de vello en la nuca, mesaba, yo,  tus cabellos,  recorrían, tú,  mi espalda,  con tus manos, uñas largas pintadas de negro, como tu pelo, como tus ojos, en la semipenumbra de tu habitación, una lamparita de florecillas era testigo de lo que ocurrió, como pude abrí tu camisa, mas no pude, inexperto, con el cierre de tu sujetador, me hicistes parar, tú misma me dejastes tus pechos al descubierto, corazón que latía, temblaba, duramente excitado en mi sexo encerrado, con el que, ritmícamente, movías tus caderas para rozar con tu entrepierna, mis labios, instintivamente,  humedecieron los rosados pezones, fue entonces cuando toda mi adolescencia escapóse por mis calzoncillos, me estremecí en tus brazos en esa corriente electrica que recorría todo mi ser, "lo siento, lo siento", decía,"no pasa nada, Carlitos, no pasa nada", decías, mientras,  acariciabas mi cara, sonriendo, "puedes repetir", mis ilusas cejas recuerdo que se arquearon abriendo mis ojos para verte mejor, y claro que repetimos y en esa segunda vez fuistes tú, niña, la que nos llevó a aquel lecho de placer mutuo del que disfrutamos, sabías lo que hacías, sabias lo que me hacías, y yo aprendí, perdiendo la inocencia en el deleite de nuestros cuerpos fundiéndose en uno, pero no lo hicimos más, abruptamente tus padres llegaron, abruptamente nos pillaron medio desnudos, abruptamente las patadas de tu padreme hicieron bajar las escaleras de tu casa, las que  aun me duelen,  ya que no volví a verte más, prohíbido el reencuentro pecaminoso con la joven de familia ultracatólica, hasta ayer en que te encontré en aquel bar de copas, en el que un amigo me explicó que nocheabas con uno cada noche, triste, pero inventado.
TO BE CONTINUE

viernes, 9 de abril de 2010

Viernes

Comió un cacho de huevo frito sintiendo como la yema resbalaba por los pelos de la barba, elegantemente cogió la servilleta y limpióse. Volvió a untar el pan y deleitóse ante tan sencillo manjar, eran las cuatro de la tarde y hacia calor, se reconfortó con la televisión encendida. Viernes.

lunes, 5 de abril de 2010

Como uno más

Corrías desesperado y trastabillado, con la botella de vino en la mano, gritando su nombre por las calles del casco viejo, llorabas, habíaste orinado en los pantalones en tu incontinencia etílica, la enésima, la que había provocado que Isabel marchárase entre lágrimas avergonzadas, mientras gritabas a alguien que creías que la había estado mirando, despeinado, hundido en un patetismo extremo que provocaba la hilaridad y risas varias entre gente que cruzábase contigo, yo te seguía a distancia, amistad inquebrantable mediante, vigilando que no te hicieras daño, Paco, ¿por qué te hacías eso?, ¿porqué le hacías eso?, tenías talento de sobra para no ahogarte en esa perdición que corroía tu alma. Acabamos sentados en el silencio del parque, la madrugada irrumpe poco a poco, entre las sombras de la noche, entre el fresco rocío del alba, sigues nombrándole, medio dormido, totalmente borracho, pero no sueltas la botella, ni siquiera para invitarme, encopado como estoy, solo,sin nadie que se vaya de mi lado, sin nadie a quien ofrecer el sabor de mis labios, la Juliana a punto estuvo de caer mientras apretaba su rollizo cuerpo, pero tuvo que marchar, rescatada de mi acoso por sus amigas, justo cuando sacaba mi lengua en dirección a su oído, justo en el momento en que aquellos gañanes ibante a dar la paliza de tu vida, como pude me interpuse y disculpé tu conducta, jalándote en tu ceguera, ahí te distes cuenta que ella se había marchado, ahí salistes como pudistes, chocando entre la poca gente que ya quedaba en horas tardías en aquel local de moda. Allí estabamos, me lié un porro, odié tu suerte, por tener a alguien como Isabel, a la que en secreto amaba como buen primer mejor amigo del que novia tiene, pero afortunado de estar vivo una noche más,  corriendo esas andanzas que nos unían mediante un invisible hilo que hacía más soportable la existencia en un mundo tan desigual. Te acompañé a tu casa del hombro, tu madre ya estaba despierta, (quizás había estado despierta toda la noche, esperándote), la saludé mientras bajaba la cuesta que me conduce a la estación, empacadas mis cosas en una vieja mochila que me acompañaría en la huída de aquella vida que ya no sería la mía, el pueblo, el terruño quedaban atrás en pos de una vida diferente en la gran capital en la que me confundiría entre la muchedumbre como uno más. Nunca volví a verte, nunca más volví a saber de tí.

sábado, 27 de marzo de 2010

Inoportunamente inesperado

El vaiven vibratorio del tren endureció inoportunamente la bragueta del pantalón en una mañana cualquiera de martes, estaba tremenda e incluso dolía un poco, pasó que en la siguente parada subió una joven mamá con su recién nacido en brazos y ante la impasividad del resto de viajeros cedió el asiento caballerosamente, tapando con las manos entrecruzadas y la cartera de cuero vacuno la protuberancia latente. Apretujados, quedó atrapado a escasa distancia del rostro de aquella bella mujer de rasgados ojos y negro cabello, tenía una bonita criatura aunque eso no era lo que más llamaba la atención de su mirada, ante él, el cielo se abría por un más que generoso escote que redondeaba unos pechos de escándalo lo cual provocaba que aquello que importunaba la entrepierna creciera unos milimetros en una ebullición de deseo apenas controlable, las axilas quedaban abandonadas a su suerte, con el desodorante barato evaporándose en incontinentes gotitas de sudor ardiente, un frenazo inesperado del cercanías balanceó su cuerpo y no tuvo más remedio que agarrarse a la barra superior mientras la mano que sujetaba la cartera de cuero vacuno abandonaba su posición quedando al descubierto ante los estupefactos ojos de aquella joven un bulto, en forma de mortadela en barra, apuntando directamente a su rostro. Enrojeció violentamente y como pudo volvió a ocultar aquel ataque de hombría de martes por la mañana en un tren de cercanías. Ella, lejos de escandalizarse, lo miró a los ojos, descubriendo la descarada mirada a sus redondeados pechos, humedecióse los labios, provocativamente, se gustaban, atracción, como fuere, por razones que ni el destino se atreve a explicar, dos extraños, comenzaban una relación física,un acto sexual sin contactar,aparentemente inocuo, menos por lo que tapaba la cartera de cuero vacuno, bueno, menos cuando ella, como sin querer queriendo tocó su muslo con aquellos largos dedos  ensortijados por incontables anillos, pero sin osar traspasar la línea de deseo animal que se palpaba en el ambiente enlatado del vagón. El bebé dormía plácidamente como un idem. Siguiente estación, parada trivial en la que nadie bajó y nadie subió. Disimuladamente introdujo la mano en el bolsillo derecho del pantalón, como buscando algo, pero con el único propósito de recolocar la dureza firme, ligeramente excitado, ligeramente placentero cuando tocóse la punta.

To be continue

sábado, 20 de marzo de 2010

Cristales para mirar el mundo

Un charco de aguas residuales, 
en una curva del camino viejo,
en aquella roca, veían reflejados 
los últimos rayos del atardecer, 
sucios rostros, estómagos famélicos,
ropa raida por el uso permanente, 
nada tenían, salvo la esperanza
a punto de perder la ilusión
que iluminan los ojos de los niños, 
inframundos que no entendían 
las crisis de los que todo lo tienen 
y nada les falta, salvo paciencia 
y compresión de sentirse afortunados.

Amor final

Acarició el amor entre las cenizas que desolaron el paisaje tras la explosión de bombas incendiarias que caían de los occidentales aviones que les liberaban ¿...? de la vida a través de la muerte, su mano tocó por fin la suya entre los escombros,  en un último suspiró le confesó el amor prohíbido que profesaba en secreto hacia el hermano de su marido,  él,  y entre los cascotes del derrumbe se besaron en los labios, deleitándose con aquel beso, mientras,  morían,  así fue com0 los encontró el hermano y marido..

martes, 16 de marzo de 2010

La ciénaga

En las catatumbas algo removiase,
conspiraban, en la oscuridad,
sombras siniestras.
La mirada, inocente,
de un niño asustado 
observaba
a través de la telaraña
de lo perpetuo,
comprendía que, pese
a las advertencias
del susurrar del viento,
no debió nunca
adentrarse en la ciénaga
maldita, ególatra, pegajosa,
repleta de estiercol y pudor,
pero ya era tarde,
la noticia de un alma
pura deslizándose impune
entre las tinieblas de la caverna,
había alcanzado a los hondos
espíritus de lo oscuro.
Un aire helado,
en la nuca,
anuncióle una muerte
terrible que despedazaría
su recuerdo. Inexistencia vital.

domingo, 14 de marzo de 2010

Woman desesperate

Refugiada tras una revista, intentando, patéticamente ocultar sus ojos a la mirada de los otros, en una cafeteria con terraza, un soleado día. Esperaba. El café con unas gotas de leche y sacarina. Aguardaba. Un fatal desenlace que se resistía a creer. Los cotilleos de los lunes por la tarde delataron, sin compasión, la supuesta traición, degustando el desencaje de su cara al recibir la noticia de los perfectos labios colagenados de Ignatia, su contraparte en el grupito de amigas, al estilo de Desperate Housewives, ella y su perfecta relación con Miguel, frente a la licenciosa vida de la otra que cambiaba de hombre con la frecuencia que se cambiaba de bragas (a veces más de tres veces al día)La exclamación de indignación del resto de la mesa, su firme "no puede ser", los detalles que la llevaron a esa terraza soleada, unas lágrimas sordas en la almohada toda la semana, la impenetrable cara de Miguel, la habían llevado al borde de la desesperación.
Aterrorizada su corazón latió con fuerza, Miguel pasaba por el parque de enfrente con una joven y espectacular chica, claramente más joven, paseaban un bonito perro labrador, dándose arrumacos. El mundo se abría a sus pies, diez años de matrimonio, su único hombre, con otra, ella ajada por los años, bella, pero desfasada, se había dejado ir por la inercia de la monotonía de una perfecta vida, pero él parecía tener otras vidas, mientras ella esperaba con la cena fria y calmaba su sexo con aquel aparato que consolaba el volcán desatendido de su entrepierna húmeda. Hizo acopio de dignidad y se levantó de su silla, cogió la revista (él magreaba aquel espléndido trasero, competencia desleal del suyo, devorándole la lengua con una pasión que ya no recordaba en ella) y marchó. Llegó a casa, abrió el armario de los medicamentos, se tomó una aspirina, dos, hizo su maleta, sacó dos mil euros de la cuenta y marchó a casa de Andrés, siempre dispuesto a recibirla, tantos años amándola en un secreto a voces. Lo llamó y aquella misma noche hicieron el amor como nunca lo había hecho, desquitándose de los miserables y pobres achuchones que de tanto en tanto le obsequiaba su ya vieja ilusión, se instaló con él.  
El resto un poco de aquí un poco de allá, indignación, frustración, orgullos heridos, lágrimas fingidas de arrepentimiento y mucha vida por delante para digerir los malos momentos.