sábado, 27 de marzo de 2010

Inoportunamente inesperado

El vaiven vibratorio del tren endureció inoportunamente la bragueta del pantalón en una mañana cualquiera de martes, estaba tremenda e incluso dolía un poco, pasó que en la siguente parada subió una joven mamá con su recién nacido en brazos y ante la impasividad del resto de viajeros cedió el asiento caballerosamente, tapando con las manos entrecruzadas y la cartera de cuero vacuno la protuberancia latente. Apretujados, quedó atrapado a escasa distancia del rostro de aquella bella mujer de rasgados ojos y negro cabello, tenía una bonita criatura aunque eso no era lo que más llamaba la atención de su mirada, ante él, el cielo se abría por un más que generoso escote que redondeaba unos pechos de escándalo lo cual provocaba que aquello que importunaba la entrepierna creciera unos milimetros en una ebullición de deseo apenas controlable, las axilas quedaban abandonadas a su suerte, con el desodorante barato evaporándose en incontinentes gotitas de sudor ardiente, un frenazo inesperado del cercanías balanceó su cuerpo y no tuvo más remedio que agarrarse a la barra superior mientras la mano que sujetaba la cartera de cuero vacuno abandonaba su posición quedando al descubierto ante los estupefactos ojos de aquella joven un bulto, en forma de mortadela en barra, apuntando directamente a su rostro. Enrojeció violentamente y como pudo volvió a ocultar aquel ataque de hombría de martes por la mañana en un tren de cercanías. Ella, lejos de escandalizarse, lo miró a los ojos, descubriendo la descarada mirada a sus redondeados pechos, humedecióse los labios, provocativamente, se gustaban, atracción, como fuere, por razones que ni el destino se atreve a explicar, dos extraños, comenzaban una relación física,un acto sexual sin contactar,aparentemente inocuo, menos por lo que tapaba la cartera de cuero vacuno, bueno, menos cuando ella, como sin querer queriendo tocó su muslo con aquellos largos dedos  ensortijados por incontables anillos, pero sin osar traspasar la línea de deseo animal que se palpaba en el ambiente enlatado del vagón. El bebé dormía plácidamente como un idem. Siguiente estación, parada trivial en la que nadie bajó y nadie subió. Disimuladamente introdujo la mano en el bolsillo derecho del pantalón, como buscando algo, pero con el único propósito de recolocar la dureza firme, ligeramente excitado, ligeramente placentero cuando tocóse la punta.

To be continue

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