sábado, 13 de marzo de 2010

El engaño versión uno

Besábame, con desesperación, correspondíale, pese a la falsedad descubierta, ella, en brazos de otro, mi corazón despedazado en diminutos trozos, ahora, repasaba su cuerpo escultural, la turgencia de sus pechos descansaban en mi boca, los gemidos rompían el silencio de la noche, el engaño, mirábame a los ojos, parecía amarme, es más, mientras me deslizaba entre sus curvilíneas caderas, aseguraba que me amaba, que era su único hombre, mi orgullo herido penetraba su sexo con furia, mientras ella arqueba su espalda de placer, arañábame la espalda consumando uno de sus orgasmos más violentos, temblaba en mis brazos, y  a cada embestida la sentía más fuera de sí, hasta que sentí mi alma salir a través de mi semen, derrotado, respiración entrecortada, abrazábame la traicionera, me senté al borde del lecho conyugal, exhausto, silencioso, vestíame, hundido en la pena de mi determinación por no volver la vista atrás, por no volverla a ver, sollozaba, ella, en la almohada, mientras cerraba la puerta.

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