sábado, 30 de octubre de 2010

- - ( NADA )...- - ( SILENCIO )

...y allí con el puño clavado en la húmeda tierra bajo la cual yacía la inexistencia, de rodillas, 
con lágrimas enrabietadas  por la injusticia de aquel dolor inhumano clavado 
en el corazón negro de la desesperanza, una piedra con tu nombre escrito enloquecía mi razón,
te fuistes para siempre a ningún lugar, los gusanos alimentarían la tierra con tu putrefacción,
solo, bastardo de mí que en horas perdidas no compartí mi tiempo con la que ya no lo tiene, mi mente
cabalga en recuerdos, luto en las neuronas que reunen el sentimiento con el pensamiento transformándolo 
en pasión, asustado por el destino mis ojos no podrán verte, 
en mi incredulidad por el vacio con el que se recrea la parca en su dulce angustia, traspasado por tormentos que no dejan que ese puño clavado en la tierra te acompañe con mi cuerpo, la nada acompaña al que deja de respirar, el que un día fue, en nada se convierte, dejando todo tras de sí, dejándome a mí, así como yo dejaré a los pocos que me quieran, que en los errores de una vida caben demasiados rencores, demasiadas dudas hacia lo que de verdad importa, (¿o acaso algo importa?),
pero ya nada me importa en tu nada, te fuistes toda, y el silencio de mis sollozos me acompaña en toda mi soledad,
envuelto en un día gris, con llovizna y brisas, mesome con la mano los mojados cabellos que cubren mi frente, una mano embarrada, un suspiro roto que se desliza por mi corazón hasta el alma ausente, unos pasos de pies que se hunden, las campanas que repican tu marcha martillean un último lamento, me voy y nunca más volveré,
en vida.

sábado, 9 de octubre de 2010

Eran dos



Un tiempo incesante
retuerce los renglones escritos
en el dolor pectoral de un latido, 
oculto, secreto,
es una angustia vital 
que repica como gotas de lluvia 
golpeando contra el cristal,
sus ojos indiferentes, gélidos
al sufrimiento de no dejarse llevar
por caricias que anhelan rozar 
su piel desnuda 
que duerme asustada de sí misma
por la erección firme del momento,
por una mano que acaricia su seno,
deseo que baja en forma de sudor
tras la nuca erizada de su excitación,
le cubre, despacio, con besos mimosos
que deposita sobre el hombro desnudo
de la espalda arqueada y 
la respiración jadeante, lo desconocido
se abre paso entre los dos
amantes amigos, disfrutando
de un sexo prohibido
mientras la pudorosa sociedad
duerme ensimismada en frías
hipocresías de tiempos oscuros.