sábado, 8 de mayo de 2010

Noche de copas

Canta la noche canciones putrefactas de orín, volcada la cabeza sobre el retrete infecto vomitaba violentamente el entrecot a la pimienta de la cena, Clara le sujetaba el cabello, mientras la puerta era aporreada por impacientes usuarias del local de moda, como pudo la ayudó a levantarse una vez terminadas las convulsiones eyectiles de su diafragma, mojó su rostro con fria agua y la secó con cleenex del mercadona, en el enésimo aporreo de la puerta salieron ante las miradas asesinas de las otras usuarias del local de moda. Tambaleándose, a ratos se apoyaba sobre su hombre y como pudieron salieron ante las miradas turbias de hombres borrachos en busca de carnaza con la que saciar sus naturales instintos, Eva había flirteado con varios, no le gustaba pagarse las copas y aceptaba las invitaciones de aquellos babosos con risas fingidas y besos robados a la autoestima. Clara detestaba aquellos energúmenos, pero su amor secreto hacia su amiga le obligaba a soportar ciertos peajes. Llegaron al coche, una vez dentro Clara prendió su cigarrillo especial que le preparaba Javier, su hermano antes de salir, previo pago claro, Clara le decía él en su chiste sin gracia número un millón. Eva dormitaba, sudorosa, algo desastre, era ese instante por el que valía esperar toda la noche, era el momento en el que distraidamente la tocaba, le hacía fotos con la cámara del móvil, con las que en su cama de sabanas rosas se masturbaba placenteramente, pero esa noche algo falló en su plan, ella abrió sus ojos de repente, respingó su mano, ya introducida entre sus piernas, "¿ qué haces ?", le murmuró entre efluvios etílicos, Clara se alteró, descubierta en su lujuria, "nada", respondió intentando, en vano, disimular, "no te cortes, tonta, hace tiempo me di cuenta", dijo Eva con los ojos entrecerrados, dubitativa no quiso arriesgar hasta que sintió los labios, largamente deseados, sintió esa lengua contra la suya, se desinhibió y volvió a recolocar su mano en la humedad de una entrepierna que se entrecerraba. Muchas cosas pasaron en aquel coche en una noche de copas, pero vino el día siguiente recolocó las caricias prodigadas, Eva hizo como si nada hubiese pasado y Clara que en un irracional momento se hizo cambalaches en su mente cayó de bruces contra el duro asfalto de un amor roto, lloró, apretó los puños, puso su mejor cara y siguió adelante, hasta la siguiente noche de copas en la que de una manera u otra la historia se repitió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario