sábado, 25 de diciembre de 2010

Preso de la Nochebuena

  Preso de la Nochebuena, cae el cuchillo sobre su cuello que desangra un año maravilloso, mimado y engordado con sabroso pienso, corral propio en el que pavonear el moco ignorante que parece cubrir su pico.   Desplumado sin piedad, la vida cesó, para alimentar a otra especie, su destino, sus sueños por envejecer y buscar una pava, quemados en lo que fue, pellejo rostido  a fuego lento en el horno, olores deliciosos flotaban en aquella cocina de hambrientos comensales que empezaban a descorchar los vinos con los que acompañarían a los mordiscos sobre su jugosa carne, rellenos agridulces en texturas contrapuestas.
  Quedaron los huesos como testigos de lo que una vez fue un pavo, las risas sobrevolaron la sobremesa en loanzas por lo rico que había estado la comida en honor del nacimiento de aquél que, supuestamente, fue sacrificado como él por los pecados de otros hombres, yacía la no vida de aquel pavo que nunca pensó morir en un día tan bonito como ese, en estómagos varios , iniciando el proceso digestivo que acabaría en hez.
  Los dientes de los perros dieron cuenta de los restos.

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