sábado, 10 de abril de 2010

Primera vez

 La sonrisa de tu cara, niña, ¿aún recuerdas?, nos amanecían, dulces, los días, conversando, ibamos riyéndonos, traviesos, eramos jovencitos, descubríamos asombrados, todavía infantiles en nuestros cuartos, las mariposas que sobrevolaban nuestros estómagos, fue  durante una batalla de almohadas. Excitación pura, primeriza, sensación extraña, entre juegos caímos uno encima del otro, no importa quién, mis recuerdos me engañan, sí me acuerdo de tu respiración entrecortada, casi violenta, de como tu rostro lució una expresión  dulcemente erótica que desconocía en ti, hasta entonces. Un impulso, se acercaron mis labios a los tuyos. Besos, torpemente primero, hasta que nuestras lenguas rojas, las de Bequer, se entrelazaron entre ellas, placer, erizamiento de vello en la nuca, mesaba, yo,  tus cabellos,  recorrían, tú,  mi espalda,  con tus manos, uñas largas pintadas de negro, como tu pelo, como tus ojos, en la semipenumbra de tu habitación, una lamparita de florecillas era testigo de lo que ocurrió, como pude abrí tu camisa, mas no pude, inexperto, con el cierre de tu sujetador, me hicistes parar, tú misma me dejastes tus pechos al descubierto, corazón que latía, temblaba, duramente excitado en mi sexo encerrado, con el que, ritmícamente, movías tus caderas para rozar con tu entrepierna, mis labios, instintivamente,  humedecieron los rosados pezones, fue entonces cuando toda mi adolescencia escapóse por mis calzoncillos, me estremecí en tus brazos en esa corriente electrica que recorría todo mi ser, "lo siento, lo siento", decía,"no pasa nada, Carlitos, no pasa nada", decías, mientras,  acariciabas mi cara, sonriendo, "puedes repetir", mis ilusas cejas recuerdo que se arquearon abriendo mis ojos para verte mejor, y claro que repetimos y en esa segunda vez fuistes tú, niña, la que nos llevó a aquel lecho de placer mutuo del que disfrutamos, sabías lo que hacías, sabias lo que me hacías, y yo aprendí, perdiendo la inocencia en el deleite de nuestros cuerpos fundiéndose en uno, pero no lo hicimos más, abruptamente tus padres llegaron, abruptamente nos pillaron medio desnudos, abruptamente las patadas de tu padreme hicieron bajar las escaleras de tu casa, las que  aun me duelen,  ya que no volví a verte más, prohíbido el reencuentro pecaminoso con la joven de familia ultracatólica, hasta ayer en que te encontré en aquel bar de copas, en el que un amigo me explicó que nocheabas con uno cada noche, triste, pero inventado.
TO BE CONTINUE

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