sábado, 10 de julio de 2010

Soy un ciudadano, no un ente absatracto

Refulge aquel objeto brillante en la nocturnidad asesina con la que golpeaba el rostro de aquella mole de carne que minutos antes lo había aporreado sin compasión como si de un muñeco se tratara, sólo el oportuno resbalón con una piel de platano había podido otorgarle la ocasión de escapar, pero un odio profundo e instintivo le había dado las fuerza de coger aquella barra de hierro contundente y brillante para  con toda la furia contenida en meses de huída hacia ningún lugar, perseguido, escondido, humillado, la sangre de la justicia salpicara su rostro, el cuerpo del ente ya no respiraba pero él seguía atizando, hasta que extenuado en un ahogo entrecortado se dió por satisfecho, tiró la barra cerca del contenedor maloliente de basura: "adios señor banco, soy un ciudadano, no un ente abstracto, tengo más derecho a existir", le dijo, mientras con pasos trastabillados se alejaba del lugar que iba a ser su tumba y que se convirtió en su venganza. La ciudad devoró todo rastro de su paso por aquel lugar y el anonimato fue su mejor refugio.

2 comentarios:

  1. Salpica la pantalla de sangre, nuna podemos tomar la justicia en nuestras manos.

    Besos

    ResponderEliminar
  2. metafórico, simplemente, puro instinto de supervivencia obcecado por la violencia de la propia defensa propia que pone en riesgo su propia existencia, nada justifica la sangre ni la propia injusticia,
    gracias por tus comentarios, siempre son bien recibidos,
    saludos

    ResponderEliminar