Tapa una cortina opaca,
la luz brillante, un luminoso día,
acaricia su rostro húmedo
aquel rayo de sol
que por una rendija se cuela.
Retorcido el corazón de dolor,
la muerte en vida,
desesperación humana.
Yace en el diván, los recuerdos,
los momentos, inexistentes
desde ayer, la tragedia
personificada por un trauma
craneoencefálico, vegetal,
late un sentimiento inerte.
Vive sin vivir, siente la ausencia,
el alma en transmutación,
aparatos, tubos, respiración
asistida, encefalograma plano,
artificio, quiere desenchufar
ese cuerpo que ya no vibra.
Dos días antes, planes de boda,
futuro por delante, risas,
caricias, entrecot a la salsa
de pimienta, su preferido,
el deseo de dos sexos chocando
en la cama de un hostal, orgasmo,
placer, caricias tiernas,
placer, caricias tiernas,
se les escapaba el instante,
sin saberlo, ahora
sin saberlo, ahora
ya todo cambió.
Lágrimas derramándose,
juventud cercenada, sueños
truncados en una curva
traicionera.
Le esperaba y no llegó
nunca más.
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