martes, 16 de febrero de 2010

Sin deseo

Entraba en calor con una sopa de fideos caliente, sorbía las últimas cucharadas mientras su esposa movía las caderas al compás del  "Vous voulez coucher avec moi, ce soir?", un contoneo que le dejaba indiferente, como su ropa interior de encaje morado,  pese a estar cerca de los sesenta, su piel manteníase sin excesiva flacidez, la celulitis apenas se notaba. Los tirantes del sujetador iban cayendo por sus remodelados pechos, pronto vería, otra vez, sus pezones, bellos, pero monótonos, los mismos tras cuarenta años que besaría intentando mostrar algo de interés. Cogió el plato y apuró el liquido reconstituyente. Sopa y sexo, extraña combinación. Limpíase los bigotes, ella gatea por la alfombra, junto a la chimenea que no está encendida, calefacción de gas, cálida estancia, fría las manos. Un pequeño eructo, va hacia ella, lo intenta excitar pasando sus ajadas manos por su, cada vez más, prominente y oronda barriga. Algo se le mueve en el pantalón del pijama de franela, rutinariamente, deberá cumplir, ella se había tomado demasiadas molestias para celebrar su  aniversario con una sorpresa que ya no era tan sorpresa. 
Siete minutos y medio más tarde eyaculaba emitiendo un pequeño gemido, ella lo abrazaba, ella lo amaba, su único hombre.Él ya no, pero disimulaba...

1 comentario:

  1. Es un buen relato, aunque triste. Disimular algo que yo no existe, es una falta a la sinceridad. Me encantó leerte.

    Saludos!

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