domingo, 14 de febrero de 2010

Esperando a San Valentín

Recostado en una cama, en la habitación un tufo a enfermedad y muerte, próximo a la inexistencia vital que barrería lo que ahora eran meros recuerdos de vivencias sentidas, la nada, el abismo etéreo que transformaba la carne en polvo. Tosía mientras rememoraba, retorcíase de dolor cuando la morfina intravenosa dejaba de surtir sus efectos, cada vez en intervalos más cortos que por un lado aliviaban un malestar insufrible, pero que, por otro lado, le recortaban los momentos de lucidez de los que disponía, se le escapaba la vida con cincuenta y siete años cumplidos, una mujer que le amaba, dos hijas preciosas y un amor imborrable en su memoria que moriría con él. Eran días de carnaval y San Valentín llegaba a las hojas del calendario un año más sin ella. Le habría gustado, casi como último deseo, volver a ver aquel bello rostro que su mente intentaba evocar, borroso por la droga que aliviaba su rodar por la cuesta de una agonía que siempre se preguntó cómo sería y que ahora le hubiese gustado seguir desconociendo su respuesta, veinte años de una vida aparentemente completa, rápidos en su transcurrir,
lentos en disfrutar de aquellos pequeños momentos en los que realmente se es feliz, estando.

2 comentarios:

  1. Hola Grahcos:
    También padezco la enfermedad de escbibir cosas. He leído algunas cositas tuyas en Artgerus.
    Si no tienes inconveniente, iré pasando por tu blog para leer un poco.
    Un saludo

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  2. Jope, te voy a ponderar para algun premio, ya encontrare alguno. Que bien escribes

    Taliesin

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